Navarra

El fin de ETA

La Razón
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ETA reedita el comunicado para conseguir mayor impacto mediático y más apoyo internacional. Demuestra su caradura al reiterar que busca una alternativa democrática, existente desde 1978 cuando se aprobó el Estatuto de Gernika. Goza de un régimen de autonomía que satisface las aspiraciones de la mayoría del pueblo vasco para expresar su sentimiento de pertenencia a una comunidad: ikurriña, euskera, deportes, fiscalidad, autogobierno... Pero si lo que pretende ETA es que Navarra sea parte de la Comunidad Autónoma Vasca, la banda debería entonar el «mea culpa» pues su brazo político pudo aprobarlo en el Parlamento Foral y se abstuvo para no aceptar las reglas de juego. Si lo que quiere es que el pasaporte diga Euskadi no hay un solo acto de violencia que justifique semejante pretensión. Si aspira a la independencia en un mundo cada vez más interdependiente, se va a quedar sola, porque la sociedad civil no le acompaña. Quizás, si en lugar de sembrar terror y asesinar hubiera actuado democráticamente, la historia vasca podría ser otra. Pero lo más importante es que ETA deponga las armas y decrete un alto el fuego permanente y verificable. El odio no lo combate más odio, por lo que la sociedad civil española podría apoyar el proceso final, teniendo en cuenta que los presos etarras no son presos políticos sino terroristas asesinos.