Ciudad del Vaticano

El ataúd de Wojtyla en San Pedro

El traslado de los restos del Papa abren los actos de la beatificación

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Seis años y casi un mes después de su muerte, el cuerpo sin vida de Juan Pablo II reposa en su féretro frente a la tumba de San Pedro, en el interior de las Grutas Vaticanas, a la espera de que mañana Benedicto XVI presida la ceremonia en la que celebrará la beatificación de su antecesor. El triple ataúd del Papa polaco fue ayer trasladado a este lugar desde su anterior ubicación, situada a unos pocos metros, después de que varios empleados vaticanos abrieran su tumba. El féretro será movido mañana a primera hora frente al altar central de la basílica de San Pedro, donde primero el Papa y luego todos los fieles que lo deseen podrán venerar el cuerpo sin vida del nuevo beato cuando termine la ceremonia. Luego será colocado en su emplazamiento final, bajo el altar de la capilla de San Sebastián, siempre dentro del templo vaticano.
La caja donde reposan los restos de Juan Pablo II fue posada sobre un carrito y cubierta con una tela blanca bordada en oro. Una vez abierta la tumba tuvo lugar una corta ceremonia de oración y de canto de letanías de la Virgen, en la que participaron el cardenal Tarcisio Bertone, secretario de Estado de la Santa Sede, el cardenal Stanislao Dziwisz, secretario personal del Papa polaco, así como otros prelados de la Curia. También estuvieron presentes las religiosas que atendieron a Juan Pablo II en el apartamento pontificio. La ceremonia, según explicó el portavoz vaticano, el padre Federico Lombardi, transcurrió con «gran devoción y profunda participación espiritual» por parte de todos.
La Santa Sede informó ayer de que la gran lápida que cerraba la tumba de Juan Pablo II fue extraída de forma intacta. En ella puede leerse: «Ioannes Pavlvs PP II. 16.X.1978-2.IV.2005». Ahora esta losa de mármol de Carrara será transportada a Cracovia, la región natal del anterior Pontífice, donde será colocada en una nueva Iglesia que se construirá y dedicará en su honor. Otros objetos relacionados con Juan Pablo II que también tendrán protagonismo son la casulla, la mitra y el cáliz que Benedicto XVI utilizará mañana en la ceremonia de beatificación. Todos ellos fueron usados con anterioridad por el nuevo beato.
Inicio de la fiesta
Los cientos de miles de peregrinos que entre ayer y hoy desembarcarán en Roma para participar en este evento de incalculable significado para la Iglesia católica tienen su primera cita en la explanada del Circo Massimo. A las 20 horas comenzará en este enorme espacio abierto una vigilia de oración, reflexión, comunión y preparación para la beatificación. Monseñor Marco Frisina, director de la oficina litúrgica del vicariato de Roma, describió la vigilia como «el inicio de la fiesta» y un «bellísima maratón de oración». Tras las dos partes con que contará este evento, la primera dedicada a la memoria de Juan Pablo II y la segunda al Rosario, Benedicto XVI recitará la oración final e impartirá la bendición apostólica a todos los presentes por medio de una conexión en vídeo.
El padre Lombardi confirmó ayer que al menos 87 países estarán representados por medio de sus delegaciones oficiales. Estarán presentes cinco Casas Reales, entre las que se encuentra la española. La misión oficial española la encabezarán los Príncipes de Asturias.


Rendir cuentas ante Dios
«Yo pude oír los gritos que Juan Pablo II le daba a los dictadores». Arturo Mari, fotógrafo del Papa durante su pontificado, recuerda la dureza del anterior Pontífice cuando se entrevistaba con gobernantes que oprimían a su pueblo. «En Sudán le echó en cara a su presidente que estuviera armando a criminales que mataban a sus hermanos. Éste le dijo que estaba mal informado y el Papa le contestó que era él quien estaba mal informado. Le advirtió que respondería de sus cuentas ante Dios y que debía avergonzarse».