Pinto
«Han ido a por él y le han humillado»
La localidad de Contador, indignada con la sanción impuesta por el TAS
Pinto- «Sube el volumen, súbelo», decía un cliente del bar Trazos, en Pinto, el lugar al que Alberto Contador suele acudir por las mañanas a desayunar. «Hoy también ha venido, con su hermano», confirma otro cliente. En televisión están hablando de la sanción al ciclista de la localidad y todo el mundo presta atención. José, el dueño, es amigo de Contador y apenas quiere hablar: «Es un tío de puta madre», se limita a decir, y enseña una foto que tiene con él.
Se eschucha la noticia y en el bar se monta la tertulia, hablan Míchel, Piti, Javilili, Ernesto... «Le han vacilado, le han humillado, tanto tiempo de espera, pero si se sabía que le iban a sancionar. Han ido a por él». «Tanto dinero gastado en abogados cuando estaba sentenciado». «Han hilado muy fina para que la sanción se cumpla justo cuatro días después de la carrera en los Juegos», son algunos de los argumentos. «Son unos hijos de puta». Sube el tono. «Unos hijos de la gran puta». «Y no lo decimos por que sea de aquí. Es que es muy buen chico. La única imagen que tengo de él desde niño es con la bicicleta detrás de su padre. Yo, que soy más de noche que de día, jamás le he visto por ahí», continúa la conversación. «Si te pillan con 25 kilos, vale, pero cero coma no sé cuantos ceros de clembuterol...».
Las muestras de indignación se extienden por la localidad, aunque alguno mantenga ciertas reservas o piense que es todo el deporte el que está «podrido». «Ya lo sabíamos», es una de las quejas comunes. Lo dice José María, dueño de una tienda «Gama» al lado del ayuntamiento: «Es un chico humilde, como su familia». «Le conozco desde pequeñajo, le guardaba la bici en el garaje», interviene Blanca, la hermana de José María. «Tienes que venir luego, cuando salgamos a la plaza a gritar», añade. «Es todo política; ¡tanto retraso...! Lo han hecho para que no compita en el Tour de este año», prosigue José María. Lo mismo opina Eduardo, dueño del antiguo Bar La Pascuala, u otro vecino: «Pinto le quiere», afirman los dos. «Los franceses», señalan varios, aunque el tribunal que lo ha juzgado sea suizo. Hasta un taxista se para delante de la casa de Alberto con su queja escrita en un folio.
✕
Accede a tu cuenta para comentar