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Carlos Sobera: «Sigo al Athletic de Bilbao al único que se puede seguir»

Nací en Baracaldo en 1960. Estoy casado y tengo dos hijos que son de lo que más orgulloso me siento. No me arrepiento de nada: hasta cuando cometo errores aprendo, y si hago daño pido perdón. Además perdono, pero cuando me hacen una putada no olvido.

SOBERA
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–Me cuentan que juega al fútbol-sala divinamente...
–Bueno, soy el cerebro del equipo. Ya no el pulmón porque no tengo edad, pero el cerebro lo tengo bien regado y sin mí es imposible trazar una jugada.

–O sea que, además, es deportista...
–Bueno, deportista, deportista, lo que se dice deportista... Juego al fútbol-sala de vez en cuando y para ser deportista hay que hacer deporte con cierta asiduidad y ya se me hace más cuesta arriba. Pero tengo ánimo deportivo, eso sí.

–Digo además porque estudió Derecho, se hizo actor, se convirtió en presentador y tiene tiempo hasta para cuidarse.
–¡Es increíble! Lo único que me falta es hacer magia. Así que, cualquier día de éstos, como siempre me gustó hacer cosas con los polvos, me convierto en mago y a partir de ahí ya soy el hombre orquesta.

–Además de repartir dinero sin descanso en su programa «Atrapa un millón», de Antena 3, ¿tiene equipo de fútbol?
–Sigo al Athletic Club de Bilbao, lógicamente. El único que se puede seguir en este país.

–¿Diría que «La guerra de los Rose», que está usted representando en el teatro Bellas Artes de Madrid, después de una exitosa gira por España, es un conflicto parecido al del Real Madrid- Barça?
–Tiene mucho que ver porque se tiran los trastos a la cabeza e incluso después de simular agresiones llegan a las manos.

–¿Y quién es el Madrid y quién el Barça entre usted y Mar Regueras?
–Creo que el Madrid sería Mar Regueras y yo el Barça, y entre medias están los abogados, que serían los árbitros que siempre se equivocan.

–¿Usted cree que los futbolistas, en general, se lo pasan tan bien en su trabajo como usted en el suyo?
–Tengo la impresión de que me divierto bastante más y recibo bastantes menos patadas.

–Y los entrenadores, porque parece que lo suyo es más complicado, ¿no?
–Sí. Hacer cosas chiripitifláuticas en una pizarra, para que luego 22 tíos en calzoncillos se acuerden de lo que les has contado, siempre me ha parecido muy complicado. Y luego hay otra cosa que también es complicada, y es aguantar un partido desde un banquillo sin enterarte de nada. Es imposible ver desde ahí las jugadas.

–También le pasa a los directores de teatro con los actores, ¿no?
–A mí los entrenadores me recuerdan a los antiguos apuntadores de los teatros, que estaban todo el día diciendo cosas a los actores sin ver nada y sin que la mayor parte de las veces los escucharan... Pues lo mismo les pasa a los entrenadores.

–¿Está usted de acuerdo con que en nuestro tiempo las proezas en España llegan más a través del mundo del deporte que del arte o del espectáculo?
–Sin duda alguna hoy en día los deportistas se han convertido en el modelo social a imitar, todo lo que hacen son gestas, se convierten en héroes al antiguo estilo griego y romano y se trata continuamente de imitarlos. Me molesta porque nos están quitando protagonismo a los presentadores y a los actores en lo de las campañas publicitarias, pero me tendré que conformar.

–Y además ligan más que ustedes...
–Bueno, pero es que para ligar más que nosotros, salvo que seas JesúsVázquez, Cantizano o Jorge Fernández, es muy sencillo.

–¿No le pudre pensar que en toda su exitosa carrera de actor y presentador es muy posible que no se acerque ni en sueños a ganar lo que ganará en pocos años Ronaldo?
–Bueno, pero Cristiano Ronaldo tiene diez años para ganarlos y yo tengo 110, aunque haciendo cuentas creo que no, no voy a llegar. Dios mío, tienes razón. Me acabo de poner de muy mal humor.

En primera persona
«Nací en Baracaldo en 1960. Estoy casado y tengo dos hijos que son de lo que más orgulloso me siento. No me arrepiento de nada: hasta cuando cometo errores aprendo, y si hago daño pido perdón. Además perdono, pero cuando me hacen una putada no olvido. Valoro la honestidad, detesto el doble juego y soy simpático. Tengo sentido del humor, soy sociable y también egoísta y egocéntrico. A una isla desierta me llevaría a mi mujer, que me la iba a hacer muy divertida. No tengo fin cuando me pongo a comer y beber. Mi principal manía es entrar en el escenario con el pie derecho. No se me repiten los sueños. De mayor quiero ser actor y si volviera a nacer sería actor, sin ninguna duda».