Nueva York
Como Dior manda
Galliano se alía con D&G para embriagar de color el verano frente a las aburridas tonalidades vistas en Milán y París
No hay obstáculo que pueda con la moda y sus fantasías. Y por si alguien tenía alguna duda, el mes de septiembre recién concluido nos ha dejado, con sus desfiles de Nueva York, Milán y Londres (incluyan también Cibeles si así lo desean), una buena muestra de que el ánimo non stop de los principales creadores de tendencias no decae. No sólo eso; el carácter «conciliador» de unos y otros se deja notar, de un modo inusual, en las dos pasarelas que, por definición resultarían diferentes y, a veces, opuestas. Milán y París, París y Milán. La primera, que se celebró entre el pasado 22 y 28 de septiembre, liderada por firmas «marcatendencias», como Dolce&Gabbana, Versace, Cavalli o Gucci, se caracteriza por ese estilo «made in Italy» que a menudo roza la vulgaridad incensurable. Al contrario: son responsables de que mujeres anónimas y celebrities exhiban sus curvas.
La segunda pasarela más influyente, la de París, que se celebra estos días, podría definirse como «très chic» y no caer por ello en el topicazo: firmas como Chanel, Celine, Chlóe, Lanvin y Hermés aportan a los especiales de tendencias de cada temporada «looks» realmente elegantes y cien por cien lujosos sin necesidad de pomposidades ni exhibicionismos gratuitos. Tal es el caso de la casa Dior. El diseñador británico subió ayer a la pasarela de la ciudad del Sena una colección resplandeciente, desbordante de colores vivos (el fresa por excelencia), en la que destacan los vestidos minis.
Austeridad retro
Y en esas diferencias y puntos de vista opuestos reside, afortunadamente, la magia de la moda. Pero esta temporada es especial. Cuando ya no sabemos si continuamos hundidos en la más dura de las recesiones o ya hemos empezado a sacar la cabeza, parece que una calma relativa ha llegado a la mayoría de creadores para facilitarnos, con sus coincidencias, la dura tarea del vestir. ¿Falta de inspiración y recursos? ¿Una vuelta atrás lógica en el cíclico mundo de la moda? Sea como fuere, la realidad está ahí fuera. Y en la próxima primavera-verano los excesos y elementos superfluos parecen pasar a un segundo plano, mientras que la austeridad retro de la década de los 70 domina, aunque quizá con algo menos de intensidad que la pureza de líneas más noventera, los colores lisos y vivos, la pureza del total «white» o los zapatos con tacón medio, que revitalizarán, por fin, unos armarios que empezaban ya a acusar el desconcierto propio de las crisis económicas.
Aunque en su caso es cuestión de filosofía, Giorgio Armani abandera el minimalismo más sofisticado de cuantos nos esperan en primavera. Sus mix de azul tinta y negro sobre prendas de líneas puras son deliciosos. También la fuerte carga arquitectónica que caracterizó a Gianfranco Ferré, sabiamente continuada por sus actuales diseñadores, Tomasso Aquilano y Roberto Rimondi, se deja notar de forma racional y simple en sus trajes sastre con pantalón y blazer acortados. Bottega Veneta es otra de las firmas italianas quintaesencia del minimalismo con vestidos largos a modo de «saco», mientras que MaxMara se recrea en el arte de la mínima expresión con «looks» austeros y deliciosos.
«Nuevo negro»
En París, el menos es más. Lo vemos en Rochas y sus vestidos de «niña grande», con faldas largas y corte al talle. El blanco es, como adelantábamos, el «nuevo negro». O algo así. Dolce&Gabbana son sus estrellas. Su extensísima colección, creada casi al 100 por cien en este color-no-color, apenas incluye tímidos matices de negro y «strass». De nuevo MaxMara colabora con una de las grandes tendencias del verano próximo con «looks» en blanco absoluto. Y Rochas y Dries Van Noten hacen del satén blanco uno de sus protagonistas. El nuevo término de la temporada, algo así como el ya conocido nude, llegará como block/bold colors: como colores lisos, alegres y llamativos. Gucci mezcla en un mismo «look» naranja, verde esmeralda, morado y azul. Prada se atreve con vestidos de silueta «huevo» en naranja flúor, verde y azul eléctrico, y Perter Copping, de Nina Ricci, juega con fucsias y amarillo yema. Y, a falta de los desfiles que restan, éste podría ser el próximo verano en cuatro pinceladas.
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