Empleo

Ahogo municipal

La Razón
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En su pertinaz empeño de prometer dinero público como un ilusionista con chistera, Zapatero ideó el Fondo Estatal de Inversión Local para dinamizar la economía y evitar la sangría del paro. Meses después, el proyecto aprobado por el Gobierno no ha logrado ni una cosa ni otra. Los ayuntamientos viven asfixiados en sus cuentas y la licitación de obra pública sigue bajo mínimos, con el consiguiente freno inversor. Todo ello, según sectores empresariales, resta credibilidad al FEIL, en medio de la creciente desaceleración.En la inversión local radica el gran motor productivo de la pequeña y mediana empresa, verdadero artífice de la creación de empleo. Mucho más, desde luego, que esos anacrónicos sindicatos ante quienes se rinde el presidente. Bajo la súplica de «por favor, no me hagáis una huelga general», Zapatero arremete sin precedentes contra los empresarios y recupera un discurso de lucha de clases totalmente superado. Ninguna socialdemocracia de nuestro entorno europeo usa hoy ese lenguaje, basado en criminalizar a la «salvaje patronal» para encubrir sus propios errores y escasez de soluciones.El fondo para los ayuntamientos no es el salvavidas anhelado. Cualquier edil, del color político que sea, reconoce su fracaso. Con la caída de la licitación y la merma del esfuerzo inversor, el Gobierno puede vender planes al por mayor, pero la tendencia no varía. La dotación local es, de momento, etérea. O sea, puro humo.