San Sebastián

Alegato feminista

La Razón
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oda la vida me he declarado feminista y de hecho dan fe todos mis amigos y amigas, mi familia y mis jefes. Y lo he hecho, ahora que resulta fácil, porque es lo políticamente correcto en ciudadanos de ambos sexos, aunque sólo sea de puertas para afuera; y también cuando era difícil, porque socialmente y laboralmente nos repudiaban y descalificaban por el mero hecho de decirlo. Éramos consideradas una especie de marimachos que odiábamos a los hombres por ser feas y nada femeninas, ir malvestidas y tener escaso éxito con el sexo contrario. Desde luego, nada más lejos de la realidad, por lo que era habitual que aparecían mujeres con un aspecto bien diferente al del estereotipo creado. En esas ocasiones, del inconsciente de quien estuviera enfrente salía la siguiente afirmación: «Tú no puedes ser feminista». Pues bien, desde el punto de vista de una persona cuya única militancia ha sido en este movimiento, no tengo más remedio que criticar a algunas que creía compañeras de viaje por el ominoso trato al que han sometido a Pilar Heredia, tras la denuncia que ésta efectuó contra Pedro Zerolo por acoso laboral. Creía en mi ingenuidad que el sectarismo no existía entre nosotras y que daba lo mismo el partido al que perteneciera el criticado-denunciado. Sin embargo, en este caso, las mujeres del PSOE se han sometido a la disciplina de partido y, vergonzosamente, la dirección del Instituto de la Mujer ha convertido a la denunciante en denunciada. No le han concedido siquiera el beneficio de la duda, mientras que, por el contrario, sí ha eximido de toda culpa al amigo Zerolo, su compañero de partido. Me ahorro el lógico comentario sobre la reacción de estas mismas féminas si el acosador laboral a una mujer de raza gitana hubiera sido un destacado dirigente del PP y me lo ahorro, porque lo hizo magistralmente el maestro Ussía el pasado viernes en un magnífico romance.

Es la segunda vez que las mujeres del PSOE actúan de forma similar, porque, públicamente, que yo sepa, no ha habido más casos. La anterior sucedió en San Sebastián cuando el hoy flamante presidente de los socialistas vascos y recadista cualificado de Zapatero con ETA, Jesús Eguiguren, fue condenado en primera y segunda instancia por golpear reiteradamente a su entonces mujer. Las mujeres de la formación política que fundó Pablo Iglesias callaron como muertas, aunque off the record reconocían que deberían haberse pronunciado. Pero ya se sabe: la disciplina de partido, el sueldo, que depende del partido; la designación para el puesto, que procede de un hombre, también del partido…, la veneración por ese hombre al que no se le puede defraudar, porque su dedo divino las designó para el cargo y deben mostrarle su agradecimiento; el no interiorizar que está ahí por su capacidad…. En fin, todo un discurso contra el que el que venimos cargando desde el feminismo y que las mujeres del PSOE olvidaron hace unos días. Para evitar futuras situaciones similares será mejor que la lucha contra el machismo imperante y el oculto se lleve desde organizaciones sociales, ajenas al partido en el Gobierno, con el único fin de que quienes creemos la necesidad de militar todos los días en esta causa, no retrocedamos para favorecer los intereses de un partido.