Barcelona
Billetes amarillos para ver a José Tomás
Treinta horas de espera por ver la histórica tarde del torero en solitario: «Para mí la corrida empezó cuando cogí el autobús para venir aquí».
Apenas ha amanecido. Son las seis de la mañana cuando dos aficionados valencianos llegan a la Monumental de Barcelona. Les aguardan 30 horas de espera para poder hacerse con las pocas entradas que quedan para ver a José Tomás en su gran día. Ese 5% que por ley tiene que sacar a la venta la empresa el día del espectáculo. Es el gran día mundial del toreo. Los seis toros que estoqueará en solitario en Barcelona. Por primera vez en su vida. La jornada se antoja histórica por sí misma. Abren dos sillas desplegables y se disponen a pasar las horas: «Para mí la corrida empezó anoche, cuando cogí el autobús para venir aquí, incluso antes, cuando comencé a darle vueltas a este viaje», dice él. El resto forma parte de la aventura, sufrir el calor, la espera, y compartirla, porque los aficionados de Valencia no estaban solos. La suya es una historia curiosa. Una tanda de muletazosFue su padre quien le inculcó la pasión por la Fiesta, pero con el paso de los años apenas le quedó huella. Así durante cuatro décadas alejado de todo lo que oliera a toro. Hasta que hace cuatro o cinco años una tanda de muletazos de Talavante, casi de manera ocasional, le devolvió la razón de ser y José Tomás, la ilusión. Hoy comete locuras como ésta. Pasar la noche en vela por comprar una entrada de andanada de sol y no perderse el espectáculo, que no te lo cuenten. A las puertas de la Monumental llueven las historias, y poco a poco va llegando la gente. Entre ocurrencias nace la picaresca. Un reventa cordobés se ha autoproclamado el encargado de poner orden. Bastan unos «post it» amarillos traídos de la misma Córdoba para dar cordura, seriedad y poso a las muchas horas de espera. El papel amarillo te acredita el puesto. Llegados a este punto, las personas aparcadas a las puertas de la Monumental han perdido el nombre y los apellidos, son números, el 1 y el 2, el hombre y la mujer de Valencia, el 11 y el 12 los dos chavales de Sabadell, el 14 un barcelonés dispuesto a ver al mito de carne y hueso del que tanto se habla. El número 11 lo tiene claro: «Yo estoy en paro, intenté comprar la entrada cuando salieron a la venta pero fue imposible, la cola era eterna y apenas avanzamos diez metros. Estoy dispuesto a pagar algo más del precio de la entrada en la reventa, pero tampoco puedo hacer un esfuerzo, porque luego, la semana que viene, qué hago, así que aquí estoy. Yo sé que tengo a diez por delante y ni uno más. Por ver a José Tomás merece la pena pasar aquí la noche». Lo curioso es que la mayoría de las personas que esperan no son habituales: «Yo no he hecho esto en mi vida», dice uno. Un joven barcelonés, que lleva una mochila del Sonar, hace 18 años que no va a los toros, pero le entusiasma la idea de reencontrarse con la Fiesta a través de José Tomás: «Se nota que este tío genera una situación especial, es un hombre que va a contracorriente». Abundan las botellas de agua, los libros, es fácil encontrarse a Stieg Larsson, y una capacidad inmensa para ilusionarse con lo que está por venir. Mientras tanto, los reventas, que revolotean alrededor, sacan partido a la alargada sombra del torero de Galapagar. Horas de esperaHay movimiento en los alrededores de la plaza, la gente viene, pregunta y compra. Al tiempo que algunos aguardan muchas horas de espera bajo un sol de justicia a las puertas de la Monumental, en algún lugar de Barcelona, José Tomás se prepara para uno de los días más importantes de su vida. Antes de irnos, un chaval de Sabadell, joven y catalán, dos datos relevantes en estas cuestiones, dejó las cosas muy claras: «Los aficionados de Cataluña vamos a luchar a muerte para defender la Fiesta». Ni habíamos preguntado por este tema. Ahí queda.
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