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Cerezo ayuda

La Razón
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Enrique Cerezo ha salido en defensa de su entrenador y no parece que en este caso sea la víspera del despido. Cerezo es presidente de buena fe y generoso de bolsillo con el club, y tiene la virtud de sufrir con los suyos y, sin embargo, defenderlos aun en contra de la mayoría, como en el caso del entrenador. Javier Aguirre vivía felizmente en Navarra. Le apreciaban y daban importancia a las clasificaciones de Osa- suna, siempre buenas con tal de no descender. Cambió placidez por presión y en Madrid se comprometió con el club de política más incierta que se conocía dos decenios atrás. Los entrenadores hubo años en que, en el Calderón, tuvieron nulo valor personal y deportivo. Afortunadamente, en los últimos tiempos se ha cambiado y los responsables del equipo pueden sentirse incluso más arropados que en la acera de enfrente. Aguirre cayó en el Atlético en una de las etapas menos conflictivas y, pese a ello, ha tenido en contra diversos medios y gran número de aficionados. El equipo lleva una racha envidiable, está jugando la Liga de Campeones y mantiene serias aspiraciones para clasificarse de nuevo. Han bastado dos partidos, Mestalla y Calderón contra el Barça, para que haya quienes aprovechen para pedir su cabeza. Las veleidades con Agüero han añadido leña al fuego. Cerezo ha tenido un plausible gesto al defenderle. La guerra no está perdida.