Los Ángeles
Cómo casarse con un millonario
Los senderos del amor son inescrutables. Sólo así puede explicarse el matrimonio que este sábado celebraban en la capital francesa y en el más absoluto secreto Salma Hayek y François-Henri Pinault. Insospechado connubio si se atiende a las recientes informaciones sobre los cónyuges, que rompieron su compromiso el pasado verano. Hace apenas quince días que a la actriz mexicana, de 42 años, se la relacionaba nuevamente con el también actor Colin Farrell, con quien mantuvo un idilio en 2004. Mientras, el hombre de negocios francés, de 46 años y heredero del imperio del lujo PPR (Pinault-Printemps-Redoute), aparecía contra su voluntad, según varias publicaciones, como posible padre de Zohra Dati, la hija de la popular ministra de Justicia francesa.
Rumores sin fundamento. San Valentín tuvo que interceder finalmente para que Hayek y Pinault, separados desde julio de 2008 y padres de la pequeña Valentina Paloma, de un año y medio, decidieran casarse el mismo día de los enamorados en París.
En la «rive gauche»
La noticia la desveló ayer en su edición digital el semanario «Le Point», propiedad de Pinault, con lo que se desterraba cualquier resquicio de duda sobre la veracidad del enlace. La boda se ofició en la alcaldía del exclusivo y céntrico distrito VI, en plena «rive gauche». «Se casaron a las once en punto de la mañana», declaró ayer el alcalde de la zona, que no pudo concelebrar la unión por estar de vacaciones. «Fue mi primer teniente quien los casó en total intimidad, como ellos deseaban», explicaba Jean-Pierre Lecoq.
Fiesta en tres ciudades
Hayek, la «bomba latina» –como acostumbra a definirla la Prensa gala–, emparenta así nada menos que con la tercera fortuna de Francia, convirtiendo a Valentina Paloma en heredera, junto a dos hermanastros, de un emporio valorado en 17.000 millones de euros. Sin embargo, y contra todo pronóstico, la fastuosa ceremonia que hubiera cabido esperar entre enamorados de tanto alto caché no tuvo lugar, aunque parece ser que Salma ya está pensando en celebrarlo por partida triple en París, México y Los Ángeles.
Desde que se conocieran en 2006 en Venecia, la otra villa del amor, la pareja ha protagonizado un romance digno de cualquiera de esos interminables culebrones, llenos de sorpresas y sobresaltos. Lo suyo, dicen, fue un flechazo acontecido durante la reapertura del Palacio Grazzi, donde el patriarca de los Pinault inauguró su valiosísima colección de arte contemporáneo. A los pocos meses se conoció el embarazo de la actriz y la compra de una mansión en Los Ángeles. Pero el amor no resistiría a las distancias. Su separación alejaba entonces las perspectivas de boda.
Sin embargo, las apariciones conjuntas, disfrazadas de «simple amistad», de Salma y François-Henri junto a su hija en los últimos meses abundaban en la tesis de una posible reconciliación que, ahora sí, se ha confirmado.
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