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Crisis

La Razón
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A la crisis económica se suma la crisis en el Gobierno, ésta última más divertida. No pretendo establecer equivalencias injustas, pero esta crisis tan cantada desde el mismo PSOE recuerda un poco a las de Franco. Que la mujer del prohombre se sorprendió sobremanera al advertir que su marido desayunaba vestido de chaqué. -¿Por qué te has puesto el chaqué?-; -por la crisis. Esta mañana me llamará el Generalísimo para ofrecerme Vivienda. Me lo ha confirmado la mujer de Fuertes de Villavicencio, que mi nombre suena-. A la hora de la comida, el prohombre seguía con su chaqué. -Las cosas de Palacio, van despacio-. Eran las nueve, y el pertinaz prohombre se mantenía con su elegante atavío. Entró su mujer en su despacho. -Acaban de anunciar los nombres de los nuevos ministros en el «Telediario». No entras, Gregorio-. El prohombre se quitó el chaqué, mientras pronunciaba una frase para la Historia: -¡Qué cabronada!-. Los tiempos han cambiado y no es necesario llevar chaqué para recibir del Presidente del Gobierno el encargo de una cartera ministerial. Pero hay algunos ministros que aguardan con nerviosismo la llamada del cese, que antaño se cesaba con mayor distancia. Sonaba el timbre de la puerta, y un motorista del Pardo entregaba una carta que a más de uno le llevó a un grave episodio vascular. Franco cesó a Gual Villalbí. «Con Gual, o sin Gual¿ es igual». Lo de ahora también tiene rima: «Con Blanco o sin Blanco¿ como Franco». Suenan y se barajan nombres y aptitudes, y ante una crisis ministerial, los españoles dejamos todo lo demás y nos dedicamos exclusivamente a los rumores. Y a Zapatero lo han traicionado desde su Partido, abriendo la caja de los chismes mientras él hablaba en inglés con Obama. -Yes, yes-. Hermosa sonrisa y natural gesto el de nuestro dirigente. Pero todo se ha borrado por culpa de la crisis. Me informa la peor de mis fuentes. -Pilar Bardem a Cultura-. No entra en mis cálculos. Chaves sí. Prefiere estar en Madrid cuando presenten la factura de la remodelación del Palacio de San Telmo. Salgado en lugar de Solbes. Blanco a Fomento. Tres vicepresidencias. La fuente, de nuevo. -Alicia Moreno, a Cultura-; -¿Y qué va a hacer Gallardón?-; -está desolado-. Tampoco entra en mis cálculos. Maleni fuera y Cabrera en el umbral. El pelmazo de las fuentes nada fidedignas al fin se acerca a un posible acierto: -Emilio Aragón a Cultura. Lo ha impuesto Barroso-. Algo puede haber. El problema es que si Emilio Aragón va a Cultura, la cartera de Educación tiene que caer en alguien de Prisa, por aquello de la compensación. Mi fuente no tarda en informarme. -A Prisa ni agua-. Saltan nombres sin parar. Menos Bibiana Aído, nadie se siente seguro en el Gobierno. La experiencia de otro prohombre del franquismo, posteriormente amnistiado por la Izquierda por sus descargos de conciencia, vuela y pesa sobre los ánimos de los ministros. Así que llegó el prohombre de despachar con Franco asuntos urgentes de su Ministerio, y le comentó a su mujer: «El Caudillo está encantado conmigo. Me ha animado a seguir en este camino. Hasta me ha llamado por mi nombre. Ha estado encantador. Voy a seguir sirviendo a España como ministro. Ha sonado el timbre». Silencio. «Una carta de Su Excelencia para ti»; «Será para felicitarme. Te la leo. Estimado amigo. He creído conveniente agradecerle sus servicios y prescindir de su persona en las tareas del Gobierno»¿ Más o menos, como ahora.