Barcelona
Derrota democrática
Lunes, 28: Reyes
Quevedo, de vivir, diría de él que es una sonrisa pegada a un rostro. Una sonrisa, esto también, vacua, sosona. Reyes emergió a la fama del fútbol en Sevilla. «Va a valer un potosí», le profetizaron. No cuajó en Inglaterra. «Culpa del clima», argumentó Reyes. Regresó a España, nada menos que al Real Madrid, el mejor equipo del siglo XX, donde no perdió la sonrisa, pero sólo fue rey del balón de vez en cuando, que él es jugador de ratitos. En el Atlético, donde «pervive» de momento, o es suplente o lo expulsan. Iba para rey del balón, pero no ha reinado en ningún equipo, salvo en el Sevilla.
Martes, 29: Puntos
«El Real Madrid "mata"el interés de la Liga. Está más interesante la Liga de las elecciones generales», leo. El Real Madrid le saca nada menos que nueve puntos al Barça: diferencia importante; en la Liga de las elecciones, en cambio, Rajoy, o sea el Real Madrid, sigue empatado con ZP, o sea, el Barça. Diferencia mínima «por consiguiente» (latiguillo de Felipe González) en la intención de voto. Felipe González, comparado con ZP, sigue siendo el Di Stéfano del PSOE, según «la voz» de la calle.
Miércoles, 30: Guti
«¿Me empujáis con Guti? pues os empujo: ¡no a Guti!» (¿intuyo el pensamiento de Luis Aragonés?). Creo que sí, tal vez por la razón elemental, querido Watson, de que también yo pienso como el seleccionador nacional. Guti, en efecto, es un virtuoso del balón. Lo toca y acaricia como Maurizio Bellini acaricia y toca el piano, que diría mi amigo Hernán San Pedro, ingeniero en fútbol y en música. Pero esa virtud es insuficiente, el fútbol demanda exigentemente otras cualidades esenciales: regularidad (Guti es irregular), sudar arriba y abajo sin tregua al descanso la camiseta (Guti no siempre destaca en eso) y tener la fe de los místicos ( no es tampoco fiable su fibra mística).
Jueves, 31: «En abierto»
Como recuerdan los más ancianos del lugar, cuando Franco, España era él, o sea Franco, y fútbol. Ahora, con lo que hay, España es ladrillo y fútbol. El ladrillo, por lo que se lee, se oye y se ve, está peor que la Bolsa. El caso es que lo que no se deshincha nunca es el fútbol. El fútbol es el pan del ocio, esto es, el otro pan imprescindible; y el ciudadano de papeleta, urna y ocio está inquieto porque la Liga de Fútbol Profesional quiere abolir la Ley del Interés General para que todo el telefútbol sea de pago, lo cual, se me ocurre, que Rajoy podría contraatacar a ZP-400 euros con la promesa (ética, lúdica) de que si gana el 9-M seguiremos viendo fútbol «en abierto». Contra el vicio del soborno, la virtud del fútbol «en abierto».
Viernes, 1: ¿Gafado?
Me duele lo del Atlético de Madrid. Palabra. Con Vicente Calderón, la ciudad de Madrid, en fútbol, era el Real Madrid y el Atlético de Madrid: tanto monta. Ya no desde su «gilización». Ahora, en fútbol, a efectos ecuménicos y telemultitudinarios, Madrid sólo es el Real Madrid, de igual modo que la ciudad de Barcelona es sólo el Barça. Lo pienso a veces:¿no estará también gafado el Atlético? Pupista y gafado: atroz calamidad. ¿Qué terapia hay, si es que la hay, para exorcizar al Atlético de esos aojamientos o maleficios? ¿Que Miguel Ángel Gil, accionista hipermayoritario, venda sus acciones? Miguel Ángel, me consta, es majo, buen chico, algo apocado, pero con una voluntad rojiblanca tan honestamente inmensa como la inmensa voluntad rojiverde (rojo, de rojelio, y verde, de ecologista) de Gaspar Llamazares, el Atlético de Madrid de la Liga de partidos políticos. Entonces, ¿por qué el Atlético, año tras año, desde hace años, es sólo el Llamazares de la Liga de Fútbol? Hace bulto, pero nada más, de ahí no pasa.
Sábado, 2: Democracia
El Madrid a veces, como ha ocurrido en Almería, pierde su excelsitud. Una Liga en que soberaniza el primero no es interesante.Ni democrática. Sin oposición, tanto la política como el deporte son un soberano tostón. Que sí, lector, yo quiero que gane la Liga el Madrid, lo que pasa es que uno es demócrata. Pido perdón.
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