Alimentación
El 75% de la sal proviene de los alimentos no del salero
Seguir una adecuada alimentación es uno de los pilares básicos en la prevención del riesgo cardiovascular. En este contexto y más aun cuando se trata de pacientes con con hipertensión arterial, la sal juega un papel determinante. A pesar de que está considerado como el sazonador estrella tanto para dar sabor como para conservar a los alimentos, lo cierto es que un consumo excesivo está directamente relacionado con una de las enfermedades de mayor prevalencia en la actualidad: la hipertensión. La Organización Mundial de la Salud (OMS) aconseja un consumo diario de hasta seis gramos. Sin embargo, la realidad refl eja todo lo contrario. En la sociedad actual la mayoría de las personas llegan incluso a duplicar esta cifra. Se estima que tres de cada diez hipertensos lo son como como consecuencia de una ingesta excesiva de sodio. Por ese motivo, este año la Sociedad Española de Hipertensión Liga Española para la Lucha contra la Hipertensión Arterial (SEH-LELHA) celebra el Día Mundial de la Hipertensión bajo el lema «Sal e hipertensión arterial».
«No existe ningún alimento absolutamente prohibido en estos casos, ni ninguno que haya que comer en exclusiva. Por el contrario, hay que hacer dieta variada, procurando reducir la ingesta de los alimentos ricos en calorías», explica el doctor Pedro Aranda, presidente de la SEH-LELHA.
Algunos estudios llevados a cabo en los últimos años han demostrado la relación directa que existe entre la ingesta de sal y el incremento de los niveles de presión arterial. Por ello, ahora sabemos que «reduciendo el consumo de sodio a los niveles aconsejados disminuiría la presión sistólica -valor máximo de la tensión arterial- en 2,1 milímetros de mercurio (mm de Hg) y la diastólica -valor mínimo- en 0,2 mm de Hg. Estos datos, aunque puedan parecer modestos, no lo son, ya que si los pacientes redujeran su presión sistólica en 3 mm de Hg, también descendería significativamente el número de ictus e infartos», destaca el doctor Aranda.
La sal que consumimos no sólo procede de la acción directa de añadir sal en las comidas, sino que determinados alimentos llevan sal en su propia composición y algunos la utilizan como conservantes. De hecho, la doctora Olga González, endocrino del Hospital Ramón y Cajal de Madrid y secretaria de la junta directiva de la SEH-LELHA, «el 75 por ciento de la sal que consumimos proviene directamente de los alimentos».
Aunque algunos expertos aconsejan consumir sólo seis gramos de sal al día, una medida eficaz y al alcanza de cualquiera es dejar de utilizar el salero. Según el presidente de la SEH-LELHA, «de esta forma se consigue reducir el consumo en un 25 por ciento».
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