F. C. Barcelona
El Calderón se rinde a Messi
Madrid- Tanto hablar de Agüero que el chico se quedó en casa con un gripazo, lo mismo que Antonio López. Tanto hablar mal de Aguirre que lo mejor es dejar al técnico mexicano que se estrelle con su concepto del fútbol, con sus alineaciones y con sus planteamientos resultadistas que han convertido al Atlético en un equipo poco fiable, irregular y endeble cuando enfrente está uno de los grandes. Y anoche visitó el Calderón, en medio de la rasca y el roscón, el más grande, el rey de Reyes de la Liga, aunque Guardiola, ni iluminado ni criticado, se dejó en la cabalgata a Valdés, Xavi y Etoo. En el desfile sí estuvo Messi para resolver el partido, la eliminatoria y cualquier obstáculo que le pongan por delante. Marcó tres goles, pudo hacer más y le demostró al suegro de Agüero, ayer en el palco, que es el mejor del mundo como en su día lo fue Maradona. La gente se enteró de la fiebre de Agüero según iba llegando al estadio y eso libró a Aguirre de la primera bronca. Sin embargo, el técnico no salió indemne y cuando Pernía y Heitinga comenzaron a fallar llegaron los primeros pitos y las palmas de desaprobación. Y eso que en los Atlético-Barça se permite de todo. Que haya muchos goles, que haya errores, que falle Iturralde, que el partido no se juegue porque se le antoja a Núñez o que las acciones individuales brillen más que las colectivas. Esto es fútbol, el primer sorbo de la Copa, y vale todo si la gente se divierte y no se queda helada. Y a los que les gusta el fútbol sin pasión de colores se divirtieron con las acciones de Messi y Alves. En doce minutos minaron la resistencia del Atlético con una espléndida jugada, taconazo del brasileño incluido, que acabó con el remate del argentino a la red. Y el Atlético se descompuso, se rompió y comenzó a mostrar su impotencia a base de patadas, mientras Iturralde erraba en las tarjetas como había errado al entender carga legal de Heitinga a Messi (min. 7), que fue penalti. En medio de la nada rojiblanca el Barcelona se lo tomaba con comodidad, con precisión y sin poner ese ritmo y esa circulación de pelota que le hace imbatible. Bastaba la fuerza de Keita, Busquets y Touré para contener al Atlético y desde un centro del campo superior buscar a Messi, al que le castigaron en exceso los rojiblancos con patadas absurdas, a Alves, a Iniesta, muy tirado a la izquierda, y a Bojan, que no aprovechó en exceso la oportunidad que le dio Pep Guardiola. Pinto apareció una vez para desviar un tiro de Maniche. Sinama, Forlán, Assunçao y Maxi estuvieron desaparecidos en combate. En el Atlético nadie ligaba un pase -ese mal aqueja desde que llegó Aguirre al banquillo- y el Barcelona se fue al descanso convencido de que el partido no se le podía ir por mucho que el rival apretase tras el descanso. Y como el Atlético no ha encontrado el guión para jugarle al Barcelona no hubo reacción. Lo que hubo fue penalti y expulsión de Heitinga, un gol de Ujfalusi en un despiste azulgrana al defender un saque de esquina y el tercer tanto de Messi, que después de transformar la máxima pena se gustó en varias acciones. Una jugada espectacular acabó con un remate al larguero y los aplausos del Calderón, que se rindió al astro argentino. A lo que no se rinde la afición es a los planteamientos y al juego de los de Aguirre, contestado con pitos. Las ovaciones fueron para el mejor, para Messi.
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