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París

Los bronces de la colección de Saint Laurent caen en el juego de China

El experto chino en arte que reveló hoy haber ofrecido el máximo precio en la subasta por las cabezas de bronce de la colección de Yves Saint Laurent anunció que no piensa pagar por ellas y que pujó «en nombre del pueblo chino». Cai Mingchao, gerente de una galería privada llamada Xinhe en Xiamen (provincia de Fujian, sureste de China), compareció en rueda de prensa para confesar que fue él quien la semana pasada ofreció el mayor precio en la puja de París (28 millones de euros, o 35 millones de dólares). «El dinero no puede pagarse», aseguró a continuación, destacando que llevó a cabo esta puja «representando a todo el pueblo chino» y siendo consciente de que cualquier ciudadano del país asiático, «en su lugar, hubiera hecho lo mismo». Esta acción, con tintes de revancha, deja ahora la pelota en el tejado de Christie's, aunque la casa de subastas británica destacó desde su oficina de Hong Kong que por ahora están discutiendo la reacción a la puja impagada. La firma añadió que su política habitual es no entregar los objetos subastados sin haber recibido antes el dinero. La inesperada jugada -en el pasado coleccionistas chinos, tanto privados como estatales, habían comprado bienes expoliados, pero pagaron después- es una iniciativa privada, pero cuenta con el apoyo del Fondo Nacional de Tesoros, una ONG ligada al Ministerio de Cultura de China. Además, fue aplaudida hoy por un representante del Gobierno, Zhao Qizheng, quien advirtió en rueda de prensa que la puja de Cai es «una lección para el resto del mundo, incluyendo los franceses». Zhao, presidente del Comité de Asuntos Exteriores de la Conferencia Consultiva Política del Pueblo Chino (CCPPC), aseguró que en las últimas semanas la subasta en París hizo preguntarse a los chinos si «la cultura francesa se había vuelto enferma» al permitir que se vendieran bienes expoliados. «Honramos la cultura de Francia», matizó Zhao, quien recordó que ya en el siglo XIX escritores célebres de ese país, como Víctor Hugo, denunciaron el robo del patrimonio cultural al que estaba siendo sometida entonces la civilización china. Desde 2002, el Fondo Nacional de Tesoros chino busca, como las autoridades del país asiático, recuperar las piezas de arte robadas por extranjeros a China en los siglos XIX y XX y que circulan en el mercado mundial del arte, que se cifran en mas de 10 millones. El subdirector del Fondo, Niu Xianfeng, explicó que se decidió intervenir en la subasta de París cuando el precio de los objetos estaba alcanzando los 9 millones de euros. Niu reconoció que la maniobra llevada a cabo por Cai «es arriesgada y se enfrenta a fuertes presiones», pero alegó que se decidió adoptar «una medida extraordinaria para afrontar una situación extraordinaria». Las cabezas de bronce de la discordia, representando un conejo y una rata, formaban parte de los muchos bienes vendidos en París la semana pasada en la que fue llamada «la subasta del siglo», la de la colección del modisto Yves Saint Laurent (fallecido en verano de 2008) y su compañero Pierre Bergé. Formaban parte de una de las fuentes del Antiguo Palacio de Verano, de la que aún quedan ruinas en el norte de Pekín, y que estaba adornada con 12 testas de animales, una por cada símbolo del horóscopo chino. En 1860, en el marco de las Guerras del Opio, tropas británicas y francesas destruyeron el palacio de descanso de los emperadores, y muchas de las piezas que se encontraban allí fueron expoliadas y llevadas al extranjero. El Gobierno chino intentó durante días evitar que no se subastaran las dos cabezas, y cuando se confirmó la venta -sin saberse aún que el comprador era del país asiático- la calificó de «ilegal» y anunció nuevas limitaciones a las operaciones de la casa de subastas británica Christie's en China. Otras tres cabezas de la citada fuente (una de tigre, otra de mono y ora de buey) fueron adquiridas en una subasta organizada por Sotheby's en el año 2000 por la empresa China Poly Group, ligada al Ejército chino y que se exhiben en un museo de su propiedad en Pekín. En aquella ocasión la subasta, celebrada en Hong Kong, también se desarrolló entre las protestas del Gobierno chino. Otra de las testas, una de caballo, fue comprada por el magnate de los casinos de Macao, Stanley Ho. Los chinos tienen en sus manos cinco de dichas cabezas: aún les quedan siete por recobrar.