Canadá
El hermanastro de Borja se llama Israel y vive en Canadá
Antes de nada, uno de los momentos más impactantes del verano capitalino. Es una lástima que no les pueda hacer un seguimiento. Porque, aunque Alicia Koplowitz llegó sola a la entrega de premios, rápidamente se unió a su pretendido y pretendiente: el duque de Huéscar. Hacía mucho tiempo que no aparecían así, ya que siempre guardan su intimidad con un saber estar impecable. Tienen una actitud de las que ya no se llevan, además de títulos, dinero y prestancia física. Aligerada por una especie de túnica corta en la que resaltaba un zigzagueante color negro muy grácil, Alicia, rejuvenecida, pisó fuerte al saludar a Mariano Rajoy. De pronto, surgió el galán. Estaba más delgado e iba impecable con su esmoquin negro. El Armani de Cayetano Después de darse un beso en la mejilla como saludo, y de esbozar una sonrisa después de un intercambio de cálidas miradas, los ojos claros de Alicia se fijaron como recurso en el detalle insólito y refrescante que sobresalía del bolsillo del pecho de Carlos: en vez del consabido pañuelo blanco, llevaba uno planchadísimo con una doblez casi almidonada de un color verde esmeralda rompedor de la monotonía del negro circundante. Tan sólo Cayetano Rivera Ordóñez lució algo diferente, un Armani -claro, lo amortiza- en alpaca azul noche tal y como aconsejaba el extinto Duque de Windsor, él sí sabía. Koplowitz y Huéscar se miraron y repasaron como si estuvieran sorprendidos por el encuentro, y mantuvieron la actitud después, al coincidir en la misma mesa -¿fue una casualidad o una maniobra hábil?- con García de la Concha, Ruiz-Gallardón y su delicada pero férrea esposa, Mar Utrera, capaz de salir indemne hasta del Madrid patas arriba que ha creado su marido. No es un oasis de calma y tranquilidad que se diga, visto el tráfico endemoniado, las calles cortadas, las aceras intransitables y la caótica circulación. Deberían pagar un plus de sufrimiento para moverse en Madrid, suerte que está el metro... Alicia Koplowitz y Carlos Martínez de Irujo coparon la atención, de acuerdo, pero las tardes siguen animándose en la televisión con el cotilleo de nunca acabar. Sigue, y lo que te rondaré, el nuevo escándalo de los Thyssen con los hijos que se han descubierto, presuntamente nacidos de Manolo Segura, antiguo «partenaire» de Tita Cervera. Van encajando fechas -¡por fin!- y el primer «resucitado» se llama Israel, vive en Otawa (Canadá), tiene treinta y cinco años y no mantiene ninguna relación con su progenitor y menos con su hermanastro Borja. Quizá mañana les revele por qué Tita llamaba al ya reconocido padre de su hijo con un mote cuestionable: Ranon. Y es que le parecía un sapo, lo que hay que oír. La familia Thyssen se ha convertido en protagonista del verano rosa
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