Benedicto XVI
El Papa: «Quien promete una vida sin sacrificio engaña a la gente»
La Plaza de San Pedro se vistió ayer con el rojo de las camisetas de los cerca de 8.000 jóvenes españoles que acudieron a recibir «su» Cruz de las Jornadas Mundiales de la Juventud de manos de los jóvenes australianos. La entrega de la Cruz tuvo lugar después de la celebración solemne del Domingo de Ramos, presidida por Benedicto XVI. La Eucaristía comenzó a las 9:30 de la mañana, junto al obelisco central de la plaza de San Pedro. Allí, Benedicto XVI bendijo los ramos para la procesión en la que tomó parte un numeroso grupo de jóvenes españoles junto al cardenal arzobispo de Madrid, Antonio María Rouco Varela, y sus obispos auxiliares. Los jóvenes madrileños participaron también en las lecturas durante la misa y en las ofrendas. Tras el canto del Evangelio de la Pasión, la homilía del Papa para el Domingo de Ramos tuvo un marcado carácter catequético, como es habitual en las reflexiones de Benedicto XVI: «Quien quiera quedarse su vida para sí, vivir sólo para sí mismo y disfrutar todas las posibilidades pierde su vida. Ésta se convierte en aburrida y vacía», afirmó el Papa. La cruz, dijo, revela el misterio del amor, pues éste «significa abandonarse a sí mismos, ser libres de sí mismos: mirar adelante, hacia el otro – hacia Dios y hacia los hombres que Él me envía», afirmó. «El gran "sí"del momento decisivo en nuestra vida –el "sí"a la verdad que el Señor nos pone delante– debe ser después cotidianamente reconquistado en las situaciones de todos los días», añadió. A una vida recta, afirmó el Papa, «le pertenece también el sacrificio, la renuncia. Quien promete una vida sin el don de uno mismo engaña a la gente. No existe una vida lograda sin sacrificio». Aceptar, por tanto, la cruz en la propia vida, explicó Benedicto XVI a los jóvenes, supone que «la gloria de Dios, su señorío, su voluntad es siempre más verdadera que mi pensamiento y mi voluntad. La vida, muerte y resurrección de Jesús son para nosotros la garantía de que podemos verdaderamente fiarnos de Dios. Es de esta forma como se realiza su Reino», prosiguió. «Quien quiere reservar su vida para sí mismo, la pierde. Quien entrega su vida cotidianamente, en los pequeños gestos que forman parte de la gran decisión- éste la encuentra. Ésta es la verdad exigente, pero también profundamente bella y liberadora, en la que queremos entrar paso a paso durante el camino de la Cruz a través de los continentes», concluyó. Al término de la Eucaristía, y antes del rezo del Ángelus, el Papa saludó en español a los jóvenes peregrinos: «Saludo a los peregrinos de lengua española, en particular al cardenal Antonio María Rouco Varela, arzobispo de Madrid, y a los numerosos jóvenes venidos a recoger la Cruz para la Jornada Mundial de la Juventud del año 2011, en Madrid. Hoy, que hemos acompañado con el júbilo de los ramos a Jesús en su entrada en Jerusalén, invito a todos a llevarlo muy dentro del corazón, para reconocerlo también en el árbol salvador de la cruz y celebrar así con inmenso gozo la gloria de su resurrección. Feliz Domingo. ¡Feliz Semana Santa!», concluyó el Santo Padre. «La Cruz ya está en camino»Mientras la Cruz y el Icono de las Jornadas Mundiales de la Juventud pasaban de las manos de los jóvenes australianos a los jóvenes españoles, el cardenal de Madrid, Antonio Mª Rouco saludó al cardenal Gorge Pell, arzobispo de Sydney, de quien recibía el testigo de organizar la próxima JMJ que tendrá agosto del 2011 en la capital española. En la entrega a la delegación madrileña estuvieron también presentes Esperanza Aguirre, presidenta de la Comunidad de Madrid acompañada por la consejera de Educación y Juventud, Lucía Figar.
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