Crisis económica
El tesón de Smiley
Los políticos aseguran que lo malo se debe a nuestra libertad, y están dispuestos a arrinconarla aún más
Los socialistas de todos los partidos destilan recelo hacia la libertad y la responsabilidad de los ciudadanos, a los que parece que desean ver sometidos. Por su bien, pero sometidos. Smiley puede lagrimear sobre estar «muy cerca» de los trabajadores, pero sus actos sugieren que a los socialistas los trabajadores les traen sin cuidado. El poder, en cambio, los seduce, como los ricos y el glamour. Carla Bruni es aquí el objetivo, sobre todo en los tiempos que corren, porque al Gobierno le urge que el respetable no sospeche que las desgracias que afectan al pueblo guardan alguna relación con las políticas antiliberales que perpetran sus autoridades entre brindis y brindis. Hubo dos declaraciones escalofriantes de Smiley en los últimos días: aseguró que está preparado para superar la crisis porque tiene «tesón, coherencia y principios»; y, también coronado de laureles, proclamó: «No aceptaremos ningún chantaje para abaratar el despido. Ni atenderemos a los cantos de sirena que piden recortar el gasto». Esto último es una bobada, porque supone que encarecer el despido y aumentar el gasto público son claramente un beneficio para el pueblo, cuando lo uno incrementa el paro y lo otro los impuestos, dos males que, precisamente, rara vez afligen a los líderes socialistas ni a los opulentos y poderosos que tanto les fascinan. Y la primera declaración es inquietante no tanto por la presunción de coherencia y principios, porque los políticos acostumbran a carecer de ellos, sino por esa idea de que las dificultades se vencen con tesón. La crisis es ajena a los gobiernos, es culpa de nuestra libertad, y debemos aceptar que Smiley usurpe aún más lo que es nuestro, porque sabe lo que nos conviene y lo puede arreglar si se pone a ello, con tesón. Es sólo cuestión de voluntad. Leí hace poco una bochornosa entrevista en «El País» a Elena Salgado, que informaba (es un decir) de que la vicepresidenta no busca efectos mediáticos sino hechos y logros, que practica el ejercicio físico casi como una religión, y que frente a la crisis esta inquietante señora ofrece mucho (vamos ¿no lo adivina usted?) tesón.
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