Colombia
En el límite del bien y del mal
NARRATIVAAndres Trapiello«los confines»editorial destino272 páginas. 19 euros
En la portada de esta última novela de Andrés Trapiello, una mano toma la manzana del Paraíso. El hombre no es nada sin la voluntad, y es menos que nada sin la voluntad de arrancar los frutos de la libertad, aunque el precio sea la muerte y el olvido. En cierto modo, y de forma simbólica, podríamos pensar que el autor continúa en su indagación del coste de ser fiel a los sueños de libertad que desarrolló en su anterior magnífica novela, «Al morir don Quijote», premio Fundación Juan Manuel Lara. Porque ¿no hay una altísima fidelidad del Hidalgo al amor y la libertad (así lo vio Kafka en su relato sobre el demonio de Sancho, que también retomara Borges)? Aquí, la imagen del Paraíso no es sólo simbólica: se trata del amor imposible pero que se realiza entre dos hermanos, Claudia y Max. Y que se inicia precisamente en los confines del mundo, en Constanza, Colombia, en medio de una sociedad cruel pero vitalmente salvaje. El tema del incesto como amor entre iguales es uno de los grandes tabúes de la sociedad occidental, que apenas tiene razones actuales para prohibirlo entre adultos consensuados (de hecho sólo hay vagas referencias, art. 46/48, en el Código Civil español) salvo las religiosas. Max, que vivió toda su infancia separado de su hermana residiendo en un internado inglés, es ingeniero, pero, atención, también lleva una doble vida como fotógrafo. En la novela veremos una de sus aventuras «fotográficas» con una banda de mafiosos y con una niña prostituta que, finalmente, será una de las llaves de la novela. La presencia del mal, su carácter ominoso y contaminante, acabará destruyendo los paraísos, que, como la ínsula de don Quijote, viven más en la imaginación que en la realidad. El escritor, poeta y editor Andrés Trapiello, obtuvo el premio Internacional de Novela Plaza & Janés con «El buque fantasma» (1992) y el premio Nadal con «Los amigos del crimen perfecto» (2003); recuperó, como editor y en notables volúmenes, a autores tan olvidados como Rafael Sánchez Mazas, y como poeta es autor de libros tan hermosos como «Las tradiciones» (1982): «Sólo quiero quedarme en este sitio/ y ser para mi siglo/ nada más que el pasado». Y seguidor fiel, en sus diarios, de la vida intelectual española. Trapiello va creando en la novela mundos paralelos a los enamorados: desde el maligno marido de Claudia a la bondadosa mujer de Max, y además, como telón de fondo, las relaciones y la vida en Colombia, donde el marido mafioso de una amiga de Claudia también será uno de los alfiles de la novela. El lector verá el interior del Paraíso, ese breve instante en que los enamorados construyen la esfera de cristal que pintara Brueghel, pero también el dorado último (manzanas de Afrodita/ manzana de Eva) de las puertas que se cierran tras el Paraíso. Escribió Trakl, en «Poemas de 1913»: «Se ha ido el oro de los días». Los amantes son expulsados del Paraíso, pero, al fin, poseerán la conciencia de que ha existido para ellos.Joaquín Arnáiz
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