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Esta casa

La Razón
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Desde el pasado otoño no se caen de mis ojos las tristes siglas del Expediente de Regulación de Empleo, el ERE. El ERE es como un antiguo sacrificio a los dioses de unos pocos –o no tan pocos–, en beneficio de la supervivencia de la tribu. No hay alimento para todos y hay que sacrificar a los que sobran. El ERE, al fin y al cabo, es un ERA, un pasado con un puesto de trabajo que caprichosamente desaparece para ennegrecer el porvenir de sus pacientes. Expedientes de Regulación de Empleo se han aplicado en importantes y poderosas empresas de todos los sectores de nuestra economía. Siempre hay excepciones.Esta casa, que es la mía, LA RAZÓN, es una casa modesta que a sus once años de vida se ha implantado en todo el territorio nacional. Muy discretamente, sin hacer ruido, se ha consolidado en cientos de miles de hogares españoles. La crisis ha afectado de manera especial a los medios de comunicación. La publicidad ha menguado de forma alarmante y las cuentas de resultados se han disparado en números rojos. Esta modesta casa no tiene deudas. En el periodismo impreso se ha desatado una competitividad exótica y contraproducente. Hay que vender más al precio que sea. Incluso al precio de un ERE que deja en la calle a centenares de trabajadores. La deuda del principal grupo de comunicación de España roza los cinco mil millones de euros, pero sus promociones se mantienen para no perder el liderato en las ventas, que peligra desde que otro gran periódico, «El Mundo», le hace cosquillas en las espaldas. En mi antigua casa, «ABC», que también lo era de muchos de los que en LA RAZÓN estamos, y cuyo futuro tanto nos preocupa, se han decidido por las auroras boreales de las promociones. Para sostener los números en las ventas se invierte en promociones estelares que reflejan sus resultados positivos en las encuestas y negativos en la tesorería. Se habla de decenas de millones de euros de pérdidas. Y el ERE ha sido especialmente doloroso. ¿No resulta ficticia la actual situación de la prensa escrita?Nadie que trabaje en el periodismo desea que una empresa de la competencia transcurra por problemas que puedan afectar a sus profesionales. Además de la profesionalidad, la verdad y la libertad, el mayor bien de los periódicos son los puestos de trabajo que crean y custodian. Deseo fervientemente que la crisis desaparezca y vuelva la normalidad publicitaria y editorial a todos los periódicos. Esa normalidad que disfruta mi casa, y que hoy escenifico como modélica porque lo es y lo está demostrando.En esta casa, en LA RAZÓN, no sólo no se ha solicitado un ERE, sino que se han incorporado en los peores momentos jóvenes periodistas que han enriquecido nuestra Redacción. Nuevos y brillantes colaboradores se han sumado a las páginas de «Opinión». Y hemos renunciado a las grandes promociones. Para esta casa, la mejor promoción es mantener los puestos de trabajo de nuestra gente. Y que no se vaya nadie.