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«Francia ya no es tan arrogante porque admira a España»

«Nuestro país está por fin en su sitio, en el que le corresponde por su peso histórico, económico y por sus valores y principios»

«Francia ya no es tan arrogante porque admira a España»
«Francia ya no es tan arrogante porque admira a España»larazon

–Ha empezado la legislatura pletórico...–En materia exterior, sí. España está por fin en su sitio, en el que le corresponde por su peso histórico, geográfico, económico, por su modernidad, su apoyo a valores y principios de lo que ha ido construyendo cada nación y cada civilización. Lo que no era normal era que no estuviéramos en la carta de fundación de las Naciones Unidas, en el G-6, en el G-8... y sí lo es que estemos ahora en un momento de cambio, asumiendo nuestra cuota de responsabilidad en plena reforma del sistema financiero internacional y en la reforma general de los equilibrios de poder en el mundo.–¿Qué grado de influencia ha tenido la llegada de Obama a la presidencia de Estados Unidos en este cambio?–Es indudable que tenemos ahora uno de los presidentes de Estados Unidos más cercano a nuestro enfoque de la gobernabilidad internacional, de la manera de llevar a cabo las grandes políticas internacionales. Tenemos una mayor proximidad y sintonía. Quizá antes nos faltaba ese plus. Teníamos relaciones normales con la Administración Bush, yo tenía una buena relación con la secretaria de Estado Condoleezza Rice, pero faltaba esa relación personal entre los dos presidentes, y eso es lo que ahora se ha logrado con planteamientos y compromisos en donde EE UU considera que España tiene una extraordinaria influencia en el mundo. El hecho de que España participe en los foros de carácter decisorio es importante no sólo por estar, sino porque asumimos una responsabilidad y con nuestra contribución podemos facilitar salidas a la crisis y ayudar a la construcción de la nueva arquitectura financiera y de seguridad mundial, de modo que cuenten con una visión como la española, que puede ser importante en el nuevo orden mundial.–Hemos estado en el G-20, en el foro de Estabilidad Financiera... ¿cuál es el siguiente reto?–Yo creo que es la propia dinámica de la construcción de este nuevo siglo XXI. Estamos ante nuevos parámetros, nuevos desafíos del orden internacional en materia financiera, pero también estamos en un proceso de reforma de la ONU, lo que implica un cambio en la manera de responder a los retos de seguridad, de la paz, de desarme o las políticas medioambientales. Se están recomponiendo las instituciones internacionales. Se empieza por lo más urgente, lo financiero, pero no podemos seguir con un Consejo de Seguridad basado en los equilibrios de poderes que surgieron de la II Guerra Mundial, hace falta reformar la ONU.–La reunión entre Obama y Zapatero deparó una serie de conclusiones que con la crisis de Gobierno quedaron tapadas. ¿A qué acuerdos se llegó?–Quedaron muy bien reflejados primero en la escenificación de la nueva etapa y en una agenda muy intensa de trabajo bilateral, que tiene un aspecto político de sintonía, de diálogo y confianza en el papel que cada país tiene que desempeñar. Esto desde la base de que España sigue reconociendo el papel de gran potencia de Estados Unidos, pero también ellos reconociendo la influencia que España tiene en el mundo. De esa reunión sale una agenda bilateral económica y tecnológica, priorizando las energías renovables y las infraestructuras, de las que recientemente Obama resaltaba la experiencia de España en la Alta Velocidad. Igualmente, una agenda que continúa la cooperación en la lucha antiterrorista.–Obama habló de España como puerta de entrada al mundo árabe y al Magreb. ¿Qué puede ofrecer el Gobierno en ese acercamiento de Washington?–Nuestros contactos, nuestra capacidad de influencia en un mundo en el que Estados Unidos está empezando a interesarse. El presidente Obama estaba muy satisfecho con la mediación española para la elección del nuevo secretario general de la OTAN, el primer ministro danés Rasmussen. En gran medida gracias a la mediación diplomática española se pudieron acercar posiciones ante el rechazo inicial turco a la candidatura. Él vio en directo nuestra capacidad de interlocución, nuestra influencia. Ésa es la clave, porque hay países que tienen poder y España tiene influencia. A veces es más importante la influencia que el poder, y una buena combinación de ambas es lo que puede dar resultados positivos a la hora de abordar conflictos y situaciones complejas que aparecen en ese mundo árabo-musulmán. Luego tenemos la gran agenda iberoamericana, donde el enfoque que hacia América Latina daba nuestro Gobierno es el mismo que quiere dar la Administración norteamericana: universalidad, respeto a todos los países, no excluir...–Parece como si Obama copiara nuestra política exterior...–Yo no diría eso, pero que tiene similitud es indudable. Es que no puede ser otra cosa. Es lo que intentamos hacer en la primera legislatura y muchos sectores de la opinión pública no lograron comprender porque aún estaban con una concepción un tanto trasnochada de la política exterior. Nosotros, además de preocuparnos de las áreas permanentes de la política exterior española, ya teníamos una visión de lo que estaba pasando en el mundo. De ahí la apuesta por el multilateralismo, por el diálogo y la diplomacia llamada del poder blando. Ésta es la que hoy día parece la mejor manera de abordar las cuestiones de política exterior. –Usted decía que España es consciente del poder de Washington. Nuestra relación con ellos en la pasada legislatura, ¿era sólo culpa de Bush?–Desde el primer día anunciamos el mandato electoral de retirar las tropas de Irak. Lo hicimos con enorme respeto, y sin embargo esa decisión no se entendió en los conceptos de relación de dos países amigos y aliados. El presidente Bush tomó la decisión de no recibir al presidente Zapatero. La nueva Administración ha respondido porque es incomprensible que un presidente de Estados Unidos no tuviera una reunión con un aliado tan fiel como España. Habrá que preguntar a Bush las razones de su actitud.–¿Cuándo veremos a Obama aquí o a Zapatero en la Casa Blanca?–Esto se irá viendo, no hay todavía una agenda cerrada. Todo tendrá su momento y su desarrollo dentro de un proceso normal, y además tenemos por delante nuestra presidencia de la UE y una cumbre UE-EE UU.–Sarkozy viene a España y aún colea la polémica por su comentario sobre Zapatero. ¿Se piensa expresar algún tipo de queja?–No, tenemos una relación de enorme afecto y sintonía. Ya la teníamos con el presidente Chirac, y se ha intensificado con Sarkozy. Los temas básicos de lucha contra ETA, de cooperación, la ayuda que prestó a España para estar en la cumbre del G-20, son cuestiones enormemente positivas para nuestro Gobierno. Luego hay que escuchar y leer el contexto en el que se dice la frase y conocer la propia estructura lingüística francesa. No lo digo yo, lo dicen algunos de los presentes en la cena, que se llevaron la impresión de que estaba elogiando a Zapatero, no criticándole. Tanto en España como en Francia se ha sacado de contexto y tono.–Sarkozy nos ayudó en el G-20. ¿Qué le damos a cambio?–No hay peajes. Nuestra relación es cada vez más sólida. Siempre se ha hablado del eje franco-alemán, pero Sarkozy, muy consciente de los cambios en el mundo y en Europa, aseguró que había que iniciar y complementar ese eje con países como España. Hemos llegado a una situación extraordinaria de confianza, de complicidad en muchos temas. Lógicamente cada uno defiende sus intereses, pero se ha pasado ya de esos viejos complejos que había en la relación entre españoles y franceses. Los españoles estábamos muy acomplejados y los franceses han dejado de ser tan arrogantes porque cada vez admiran más a España.–Nuestra aportación a Afganistán está un poco lejos de lo que la OTAN pedía...–Se lo explicamos a la Administración norteamericana y quedaron muy satisfechos. Aún hay esa percepción de que tenemos que hacer un mayor esfuerzo militar, pero somos uno de los países que contribuyen más significativamente. Otros países como Alemania o el Reino Unido pueden tener más volumen de tropas, pero a nivel de cooperación, como donantes, en los equipos de reconstrucción provincial, somos de los más importantes, y esos recursos son fundamentales para Afganistán, que necesita mucho esfuerzo financiero. Tenemos un esfuerzo militar que ya era importante y se ha anunciado de cara al proceso electoral el envío de una batallón, pero no sólo eso, sino que vamos a financiar esas elecciones, el ejército y la policía afgana. Estamos en una situación muy avanzada de esfuerzo en las tres áreas principales.–¿Qué opinión le merece el nuevo Gobierno israelí de ultraderecha?–Conozco bastante al nuevo primer ministro israelí, tengo mucha confianza en él. Es un hombre de planteamientos ideológicos claros, a veces distintos a los que se puede tener en la comunidad internacional, pero su experiencia y la conversación que tuve con él en mi visita reciente a Israel me indica que está comprometido con la paz. No va a ser fácil, porque lógicamente lo que más preocupa a Israel es el auge del radicalismo islámico y que Gaza esté controlado definitivamente por Hamás, algo que no ocurre en Cisjordania, pero vamos a ver. Están haciendo una revisión de planteamientos y, siendo firme en la posición europea como los somos de señalar que la convicción profunda nuestra es que no hay solución si no hay dos estados, y que debe parar la extensión de asentamientos, es decir, manteniendo nuestras políticas creo que el nuevo Gobierno de Israel será un Gobierno serio, firme, con el que se podrá avanzar de forma positiva hacia un acuerdo definitivo de paz en Oriente Próximo.

«Estoy encantado de ser ministro»–Es usted un superviviente. Crisis varias de Gobierno, siempre en las quinielas para salir y aquí sigue. –Quizá es porque no hacen bien las quinielas. El que tiene que hacerlas es el presidente del Gobierno. Primero los ciudadanos para dar la confianza al PSOE, y luego el presidente para formar su equipo. Tengo la gran suerte de que cuenta conmigo.–¿Envidia en algo a los ex ministros, como le pasaba a Solbes con Bermejo?–Yo estoy encantado de ser ministro. Es un honor ser ministro de España y encima de Asuntos Exteriores.

«Seguridad y Defensa nos corresponde a Chacón y a mí»–La ministra de Defensa, Carme Chacón, insiste en que la cuestión de Kosovo está ya cerrada, pero ¿nos ha costado más disgustos de los que se esperaban?– Ese asunto está cerrado, y creo que se planificó plenamente ante aquellos interlocutores a los que había que explicarles las razones de la retirada de las tropas y todos lo han entendido perfectamente. Con Kosovo mostramos lealtad y una actitud constructiva en ese periodo desde el anuncio unilateral de la declaración de independencia. No queríamos modificar el volumen de fuerzas en la misión porque no sabíamos cuál iba a ser la reacción en las poblaciones serbias en territorio kosovar, o en la propia Serbia. Hemos cumplido con los dos objetivos en los Balcanes, garantizar la paz y la estabilidad, pero hasta el momento en el que la situación entró en contraposición con nuestra idea de principio.–¿Realmente desconocía que la ministra iba a hacer ese anuncio el 19 de marzo?–Nosotros lo habíamos hablado ya varias veces y tuvimos conocimiento de lo mismo. Lo que pasa es que había que explicarlo con todos los elementos y eso es lo que provocó alguna reacción. Una vez explicado se acabó el problema. Seguridad y Defensa nos corresponde a Chacón y a mí.

Leyendo a Hillary, admirando a GhandiEl pasado 18 de abril, Moratinos cumplió cinco años al frente del Ministerio de Asuntos Exteriores. Cinco años dedicado a la más alta diplomacia, terreno en el que ha vivido toda la vida con dos referentes: Ghandi y uno de los inspiradores de la Unión Europea, Jean Monnet. De «Curro», como le llaman en el Gabinete del presidente, destaca Zapatero su bondad. Ahora vive un momento dulce y le hace especial ilusión la parte de cooperación de su Ministerio, para ayudar a muchos a luchar contra la pobreza y el hambre. En los pocos ratos libres que tiene, Moratinos, uno de los ministros más activos, lee. En concreto el libro de su amiga Hillary (Clinton), dedicado por ella misma. Toda una muestra de esos nuevos tiempos de la relación con Washington.