Finlandia
Helsinki la vida bajo el hielo
A orillas del mar Báltico, la capital finlandesa ofrece música, diseño, deporte y una animada vida nocturna todo el año. El frío no es impedimento, pues 200 km de subterráneos albergan un sinfín de tiendas y cafés.
Fundada en 1550 por el rey sueco Gustavo Vasa a la orilla del mar Báltico, Helsinki no despegó como ciudad hasta que se convirtió en 1812 en la capital de Finlandia. Arquitectónicamente, Helsinki es una ciudad ecléctica que aúna sin estridencias su pasado sueco y ruso con las tendencias más vanguardistas. El clasicismo de la catedral luterana o la Plaza del Senado contrasta con edificios de vanguardia como el Museo Kiasma o la Casa Finlandia. El tamaño relativamente reducido de la ciudad permite al visitante conocer los principales puntos de interés a pie. Para un primer contacto es una buena idea subirse al tranvía 3T, que recorre en una hora los lugares más destacados. Además, existe una tarjeta turística (Helsinki Card) que permite viajar en transporte público y visitar los museos gratuitamente. Incluso en pleno invierno la ciudad está preparada para pasear cómodamente. Los operarios municipales retiran incansablemente el exceso de nieve en aceras y calzadas. Una ruta para descubrir la ciudad puede comenzar en el Estadio Olímpico, construido para los Juegos de 1952 a la orilla del lago Töölö. Desde lo alto de su torre se puede contemplar una excelente vista panorámica de la ciudad que nos disponemos a conocer. El amor al deporte salta a la vista en plena calle y es frecuente toparse con niños jugando al hockey o disfrutando de las pistas de patinaje. Siguiendo por la calle Mannerheimintie, que atraviesa la ciudad de norte a sur, encontramos la Ópera Nacional. Una muestra de la pasión que los finlandeses sienten por la música y su famoso compositor Jean Sibelius. Una escultura formada por cientos de tubos de acero rinde homenaje a este héroe nacional en el parque que lleva su nombre. Una ciudad de diseño Unos metros más adelante nuestro camino nos conduce a la Casa Finlandia, construida por Alvar Aalto, el arquitecto y diseñador finlandés más internacional. Este moderno edificio alberga congresos y conciertos. A nuestra derecha contemplamos el Museo Histórico Nacional, que ofrece una retrospectiva de la historia de Finlandia, y un imponente edificio neoclásico con columnas que alberga el Parlamento finlandés. Más adelante, a nuestra izquierda, el Museo de Arte Contemporáneo Kiasma destaca por ser una moderna construcción de cristal. En este punto la amplia avenida continúa con una sucesión de tiendas y centros comerciales que muestran una ciudad llena de vida. Para combatir las bajas temperaturas invernales, que en febrero rondan los cinco grados bajo cero, la urbe se ha convertido en un gran queso gruyere con 200 kilómetros de subterráneos y galerías que albergan, además del metro, incontables tiendas y cafeterías. Las calles más comerciales, Pohjoisesplanadi y Eteläesplanadi, flanquean el Parque Esplanadi. Al final del mismo se levanta el famoso Café Kappeli, un tradicional punto de reunión que por la noche se transforma en un animado bar de copas. El parque desemboca en la Plaza del Mercado, en pleno puerto. Especialmente animada los meses de verano, cuenta con coquetos puestos con toldos naranjas donde locales y foráneos pueden comprar alimentos típicos, artesanía lapona, «souvenirs» o simplemente tomarse un café caliente. Si abandonamos el mercado y seguimos andando, podremos ver las cúpulas doradas y los ladrillos rojos de la catedral ortodoxa de Uspenski, reflejo de la influencia rusa. Nuestra ruta no puede concluir sin regresar a la Plaza del Mercado y dirigirnos al lugar más emblemático de Helsinki: la Plaza del Senado. Al llegar allí es imposible quedar indiferente ante la impresionante catedral luterana, un edificio blanco al que se accede a través de una amplia escalinata. En pleno invierno, la nieve que invade la plaza aumenta la luminosidad del templo. Pero Helsinki no es sólo su centro urbano. Entre sus 300 islas, merece la pena visitar la fortaleza marítima de Suomenlinna. Desde la Plaza del Mercado, un transbordador nos traslada en 15 minutos a la fortaleza, construida en el siglo XVIII por el Ejército sueco para defender la ciudad de una invasión rusa. Suomenlinna, catalogada como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, es un lugar perfecto para aprender historia en su museo, pasear o relajarse en sus restaurantes y cafeterías. Y es que los habitantes de Helsinki no renuncian a disfrutar de la naturaleza en el archipiélago y en los numerosos parques, que representan el 30 por ciento del suelo municipal.
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