Asia
Kiyani un hombre fiel a Musharraf que trabajó a las órdenes de Bhutto
El nuevo jefe del Ejército paquistaní, Ashfaq Pervez Kiyani, es uno de los hombres más fieles al presidente Pervez Musharraf, aunque su nombramiento también ha complacido a la opositora Benazir Bhutto, que lo tuvo bajo sus órdenes cuando encabezó el Gobierno. Director de los servicios secretos (ISI) hasta septiembre pasado, Kiyani ascendió a subjefe del Ejército el 8 de octubre, después de que Musharraf consiguiera una mayoría aplastante en las asambleas nacionales para revalidar su mandato presidencial. El general, de 55 años, nació en la principal cantera de soldados del país, el distrito de Jhelum, situado en la región oriental de Punjab, y es conocido por su habilidad en el ámbito político. Kiyani podría ser una pieza clave si la política paquistaní se abre a un reparto de poderes, ya que, pese a su lealtad a su mentor Musharraf, fue también secretario militar adjunto cuando Bhutto encabezaba el Gobierno paquistaní. «Será un buen líder» militar, dijo hoy la líder del Partido Popular de Pakistán (PPP) para dar la bienvenida a Kiyani a la jefatura del Ejército, una de las instituciones más poderosas del país. Por su lado, Musharraf definió a Kiyani como un «excelente» militar y se mostró seguro de que realizará una buena labor al frente de las Fuerzas Armadas. El nombramiento de Kiyani también cuenta con la complacencia de EEUU, país en el que el general recibió la formación que todos los altos mandos paquistaníes cursan en el extranjero. EEUU confía en que el enérgico Kiyani sea capaz de poner coto a la violencia islamista que azota el cinturón tribal paquistaní fronterizo con Afganistán. El toque de piedra de Kiyani será esta indómita región, donde los atentados contra las fuerzas de seguridad y los combates con militantes ligados a Al-Qaeda y a la insurgencia talibán son constantes. Militar de larga carrera, como Musharraf, Kiyani hizo frente a la muerte de su padre cuando era un joven soldado y sacó adelante a su familia, de seis hermanos. Poco a poco fue subiendo en el escalafón militar, desde su entrada en el Ejército en 1971, hasta que se ganó la confianza de Musharraf en 2003, cuando fue capaz de esclarecer las circunstancias del atentado que sufrió el presidente. La recompensa fue la dirección del ISI, donde mantuvo un perfil bajo hasta su reciente ascenso a la subjefatura del Ejército. De él destacan sus conocedores su base intelectual, Kiyani ha apostado siempre por la prudencia y la equidistancia, como cuando fue el único que no abrió la boca en una reunión en la que altos mandos trataron de forzar la renuncia de Iftikhar Chaudhry como jefe del Tribunal Supremo, en marzo pasado. Además, Kiyani participó en el proceso de negociaciones que se alargó durante varios meses entre Musharraf y Bhutto, en virtud de las cuales el presidente amnistió a la ex primera ministra para que pudiera volver a Pakistán, a mediados de octubre pasado. El nuevo jefe del Ejército estuvo presente en el «cara a cara» entre ambos en Abu Dhabi, en el mes de julio. Pieza clave de la «transición democrática» impulsada por Musharraf, Kiyani se erige como un hábil general leal al presidente pero que tiene lazos con líderes opositores, una circunstancia que hace más transversal su figura de jefe del Ejército, una de las pirámides de poder del sistema político paquistaní.
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