Conciertos
Kylie Minogue se quita la máscara
Kylie Minogue podría ser sin mayor problema la chica Bond de «Sólo para tus ojos», papel que en su momento interpretó Carole Bouquet, dando réplica a Roger Moore. Unos años antes, la actriz francesa también había protagonizado «Ese oscuro objeto del deseo», un clásico del surrealismo cinematográfico con la firma de Luis Buñuel. Y lo cierto es que la diva australiana tampoco desentona con el título.Pero dejemos el cine y vayamos a la música. O al espectáculo, que es de lo que se trata: desde el primer minuto, la flamante novia de Andrés Velencoso dejó claro que lo suyo es pura industria del entretenimiento, esta vez sin tanta parafernalia como en su visita de hace un año al Palacio de los Deportes, aunque no ahorró ni un solo contoneo, ni sola una sonrisa, ni sola mirada juguetona ampliada al máximo en pantalla gigante, mientras se esforzaba con su castellano precario para chapurrear algunas palabras sueltas, reservándose para más tarde la gran sorpresa de la noche: un dúo con Miguel Bosé, cantando juntos «Miénteme», con una pronunciación mejorable, pero derrochando simpatía. La música se convierte así en un elemento más del show, aunque a veces no sea el principal.Melodías irresistiblesKylie no sólo cultiva su imagen de inocente muñeca, sino que además se ha sabido rodear de los productores de moda para dar forma a un sonido que a menudo parece de plástico, pero en el que también hay melodías irresistibles: «In my arms», «Can't get you out of my head» (que despachó a los diez minutos), «2 Hearts» o una rejuvenecida «Better the devil you know», haciendo apología de una efectiva superficialidad. En su concierto de ayer tuvo un inicio fulgurante («Speakerphone»), para luego perder un poco de fuelle y volver con un nuevo saco de éxitos en el último tramo. Hay quien se dispersaba entre tanto electropop, pasando de los arreglos de corte ibicenco para enfrascarse en una tertulia sobre lo estupenda que está la de Melbourne a sus 41 años. Pero en estas llega «Slow» y entonces parece que recorre la plaza un escalofrío de sensualidad. También sonaron la chispeante «Wow», perfecta para una noche de verano, y «Like a drug», con unos graves tremendos. Quien estuviese buscando emoción se equivocó de sitio: la música de Kylie Minogue (y a mucha honra, puede que apostillara la propia artista) vive por y para la epidermis; no se plantea en ningún momento traspasar la piel. A fin de cuentas, lo suyo no deja de ser una actualización de los números de revista de hace décadas, ahora con aires vanguardistas, coartada electrónica, imágenes en tres dimensiones, vestuario de Gaultier y sofisticación en las coreografías. Es un hedonismo sin más aspiraciones que vivir y dejar vivir, ya sea al ritmo de «On a night like this» o de la discotequera «In your eyes». El agente 007 de turno tampoco quitaría los ojos de encima a esta eterna candidata a chica Bond.
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