Cambios climáticos

La Antártida también se calienta

La Antártida, único continente que parecía esquivar el calentamiento global, experimentó desde 1957 hasta 2006 un aumento en su temperatura de 0,5 grados centígrados.
Una gran parte del continente helado se ha calentado a un ritmo de más de 0,1 grados por década en 50 años, un incremento superior al enfriamiento experimentado por la zona oriental como consecuencia del agujero de la capa de ozono.
Hasta ahora, la comunidad científica pensaba que la totalidad del interior del continente antártico se estaba enfriando y que sólo subía la temperatura de su península.
Sin embargo, investigadores de la Universidad de Washington desmontan hoy en la revista científica británica «Nature» esa hipótesis.
Tras analizar datos de temperaturas de la Antártida -captados desde hace 25 años por satélites y registrados por estaciones climatológicas situadas sobre el terreno desde 1957- los científicos afirman que la temperatura en la península y en la zona occidental antártica ha subido 0,5 grados centígrados.
Ese aumento, similar al producido en el resto del planeta, está relacionado con cambios en la circulación atmosférica, variaciones en la temperatura de la superficie de los mares y con la disminución del hielo del sector pacífico del océano Sur.
En declaraciones a Efe, el responsable de la investigación, Eric Steig, indicó que a corto plazo ese calentamiento no tendrá importantes consecuencias para la Antártida, pero a largo plazo la desestabilización de la capa de hielo es una posibilidad.
«La Antártida permanecerá cubierta de nieve durante miles de años, independientemente de lo que el ser humano haga. Sin embargo, puede derretirse lo suficientemente rápido como para aumentar de forma importante los niveles del mar en el siglo que viene», dijo.
La Antártida no se está calentando a la misma velocidad en todas partes: el incremento de la temperatura en la parte occidental es mayor durante el invierno y la primavera.
Steig pudo constatar que la bajada de las temperaturas en el este de la Antártida, únicamente en momentos puntuales como el otoño, se debe principalmente al agujero de la capa de ozono que aparece en primavera en la región polar del hemisferio sur, y descartó la idea de que ese fenómeno afecte a todo el interior del continente.
La variación de temperatura en el oeste y en la península es superior al enfriamiento que ha experimentado la zona oriental en algunos momentos, por lo que la temperatura media del continente está subiendo.
«El agujero de la capa de ozono puede también enfriar la Antártida Occidental pero no tan intensamente como actúan los factores causantes del calentamiento», aseveró.
La Antártida Occidental está separada de la Oriental por las Montañas Transantárticas y ambas zonas son muy diferentes, aunque eminentemente desérticas: la capa de hielo de la primera está a una altura de 1.830 metros sobre el nivel del mar y la de la segunda a 3.050 metros. El equipo desarrolló un modelo estadístico «muy sólido» para crear un mapa de las temperaturas antárticas desde 1957, año en el que se instalaron estaciones climatológicas en el continente.
Esas estaciones registran sobre el terreno las temperaturas, pero la mayoría está ubicada en lugares cercanos a la costa, por lo que no ofrecen información acerca de las condiciones meteorológicas del interior.
Para solventar este problema, los científicos recurrieron por primera vez a los datos de los satélites, en marcha desde hace 25 años y que cubren toda la extensión antártica.
Los datos de ambos mecanismos para los mismos periodos de tiempo coincidían, por lo que el equipo pudo utilizar los datos de los satélites como referencia.
Las temperaturas que faltaban se hallaron gracias al modelo estadístico ideado por el equipo.
Y ese logro ha roto los esquemas de muchos científicos, que estaban erróneamente convencidos de que, a pesar de que todo el planeta se está calentando, la mayoría de la Antártida se enfriaba.
«Estaban calculando con sus cabezas en lugar de llevar a cabo las operaciones matemáticas», indicó Steig.
Ahora, es momento de profundizar en la investigación de cómo los cambios en el hielo oceánico y en la atmósfera inciden en las variaciones de la temperatura antártica.