Teatro

Nueva York

Leo Nucci: «Me excita sentir la entrega del público»

El veterano cantante italiano nos habla de su noche apoteósica en el Real, cuando logró un bis en «Rigoletto»

Leo Nucci: «Me excita sentir la entrega del público»
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Nunca hubo una «vendetta» más dulce en el Teatro Real. Ni los más viejos y sabios del lugar son capaces de recordar un bis en la Plaza de Oriente. Leo Nucci (Castiglione dei Pepoli, 1942), sin embargo, recordaba perfectamente la ovación de un público entregado, pues el pasado jueves también tuvo que repetir aria en Pekín, también en «Rigoletto». A sus 67 años les sigue emocionando salir cada noche a escena y fuera de ella sienta también cátedra con la misma humildad y entrega que bajo los focos. Le han aplaudido junto a todos los grandes, no en vano ha pisado La Scala de Milán durante los últimos 30 años y el Metropolitan de Nueva York le ha contratado durante 19 temporadas consecutivas. Sin embargo, este barítono guarda con especial cariño la interpretación del Duque de Mantua que hizo Alfredo Kraus en 1987, junto a Adriana Anelli, su esposa la soprano, entonces embarazada de su hija Cintia.-¿Qué siente después de una noche triunfal como la del lunes?-Sentí un gran calor. Fue una cosa emocionante. No puedo decir que esté orgulloso, estoy feliz. Era la primera vez que cantaba ópera en el Real, pues sólo había actuado en un concierto junto a Ruggero Raimondi. La otra vez en Madrid fue con «Pagliacci» en La Zarzuela, hace ya muchos años. Lo que más me excita es sentir en mi piel el interés del público, como anoche, que tras el«Pari siamo» –el primer solo de Rigoletto en escena– ya hubo aplausos.-Sin embargo, el patio de butacas se había mantenido más bien frío en días anteriores, ¿qué cree que ocurrió?-No creo que se mostraran fríos porque mis colegas no fueran tan buenos como yo, porque los hay incluso mejores. Quizá el público percibía una interpretación que no era coherente con la idea de Verdi. Aunque, si me permite un poco de vanidad, había una parte de la audiencia que vino emocionada porque conocía a Leno Nucci, ya que llevo muchos años cantando y creo que sigo estando en forma. Pero, sobre todo, mis compañeros captaron ayer la esencia de Verdi y la función se recondujo, por eso al público se le puso la piel de gallina. La ópera puede resultar absurda, pero si se hace bien, es el mayor espectáculo del mundo.-¿No le gustaba la puesta en escena minimalista que se ha visto en Madrid?-Vi la función el pasado sábado, me parecían muy buenos la escenografía y el vestuario. A mí no me creó ningún problema, pues no era vulgar, ni iba contra la música. Aun así, cambié la idea, tras consultárselo a la directora, porque no me parecía adecuado para mí, durante la función la idea que tenía sobre la dureza de los personajes de Gilda y del propio Rigoletto, que eran más violentos. -¿Después de esta repercusión, lamenta haber reducido a una sus apariciones en Madrid?-Debo disculparme y ahora lo siento mucho. El director artístico, Antonio Moral, insistió muchísimo, pero tenía otros compromisos en China y en Génova. -Fue su 433 función oficial de Rigoletto, ¿cómo se enfrenta uno a un papel tan representado?-No pienso, no trato de intelectualizar. Intento vivir en el momento lo mismo que un hombre desgraciado como Rigoletto. No interpreto comedias, ni dramas: busco la verdad del personaje. Aquellos que dicen crear un personaje cuando suben a escena es falso:debes aportar al personaje tu cultura y tu experiencia de vida. Es lo que pienso, aunque puede que esté un poco loco. -La temporada que viene volverá a dar un concierto junto a Patrizia Ciofi, su compañera ayer. ¿Cantará en el Real de Mortier?-Eso sólo depende de él. Yo siempre volveré a Madrid con muchas ganas. -Su «Rigoletto» de Génova se canceló por problemas económicos, ¿cómo la situación de este arte en Italia?-Por eso mismo el martes tengo un concierto benéfico allí, que espero que podamos hacerlo en septiembre. No soy un político, sino un hombre que vive ensimismado en su profesión, pero creo que hay muchas cosas que cambiar. Es necesario atraer la atención del capital privado porque el Estado no da para más. Sólo en Italia tenemos 13 teatros de ópera nacionales y 9 regionales con mucha tradición. Son muchos. -Ha triunfado en todos los grandes coliseos del mundo, ¿dónde se siente más agusto?-Para mi manera de interpretar, pues mi cara es muy expresiva, creo que son mejores los teatros pequeños; sin embargo he participado en nueve de las catorce ediciones del Festival de Ópera de la Arena de Verona, siempre con gran éxito. En el Real, que no es un teatro pequeño, el público te puede ver la cara, lo que es fantástico. Lo que me interesa es que el público esté concentrado y que la maquinaria funcione; pero si me dan una guitarra en un bar soy capaz de acabar de cantar de madrugada.-¿Tiene contratos hasta 2013?-Yo los firmo, otra cosa es que esté en condiciones de cantar para entonces.Curso acelerado sobre VerdiHa cantado todos los grandes títulos de Verdi, y para explicar su pasión por el compositor italiano hace suya una de las frases de aquel: «Quizá mi música no es buena, pero cada nota significa algo». De paso nos ofrece una lección sobre como debe afrontar un cantante la partitura del genio: «A Verdi no le interesaba la música de calidad instrumental hasta que no escribió "Falstaff"y "Otello". Por contra Wagner, que era todo lo contrario, fue un día obligado a escuchar "Capuletti e Montechi", de Bellini. Al volver manifestó: "Los alemanes apostamos por la sofisticación, pero nunca lograremos aprehender la emoción como esta música tan simple". A Verdi, que es un gran dramaturgo, le interesa sobre todo el aspecto humano, los valores, de la manera más cercana a la normalidad. «Rigoletto» y otras óperas de Verdi están hechas al margen de la orquesta: tienen recitativos cantados larguísimos . Él decía: "Cantad mis recitativos y recitad mis arias", es decir, siempre recitad. Además, antes de Verdi no existían los barítonos y después, tampoco. Ante todo, está el talento de Verdi, después el sentimiento del público, cuando el público reacciona como anoche –por el lunes– es que algo pasa».