Instituto Cervantes
Los mapas del satélite están llenos de nombres de clérigos científicos
El clero español del siglo XX está representado por los jesuitas Rodés y Romañá y el cura gallego Ramón María Aller.
MADRID-«La Iglesia católica ha dado más apoyo financiero y social a la astronomía por más de seis centurias que ninguna otra institución y, probablemente, que todas las instituciones juntas». Así empieza el libro «The Sun in the Church» (Harvard University Press, 1999), de J. L. Heilbron, profesor de la Universidad de Berkeley California y especialista en historia de la ciencia. El mapa más antiguo del satélite lo realizó en España el astrónomo real de Felipe IV, el holandés Michael von Langren, en 1645. Lo llenó de nombres de santos, vírgenes y miembros de la familia real española. Aquella nomenclatura no cuajó. En cambio, cuando en 1651 los jesuitas Riccioli y Grimaldi publicaron su monumental «Almagestum Novum», inmortalizaron muchos topónimos que aún se mantienen, como los cráteres dedicados a Copérnico, Galileo, Kepler, también a Langren... y a Grimaldi y Riccioli. En la superficie lunar hay 32 cráteres con nombres de jesuitas científicos. Los hay incluso de épocas muy recientes, como los cráteres de los españoles Luis Rodés y Antoni Romañá, directores del Observatorio del Ebro. Pero no todo son jesuitas en la luna. El Apollo 14 en 1971 aterrizó en la zona de Fra Mauro, monje cartógrafo del siglo XV. Hay cráteres que recuerdan al cura matemático del siglo XVII Pierre Gassendi, primera persona en medir la velocidad del sonido, al monje mínimo Feuillée, explorador y geógrafo, al cura belga Lemaître, primer físico en proponer el «Big Bang», y al matemático y cura gallego Ramón María Aller, descubridor de cuatro estrellas. El judío Abenezrá, de Tudela, y el andalusí Al-Bakri, del siglo XV, amplían la presencia española.
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