Atlético de Madrid

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Mal trago del Madrid en Mallorca

La Razón
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En el Ono Estadi, el Madrid salió a jugar con más titulares de los previstos, y con la pachorra. No tardó el Mallorca en percatarse de la galbana del augusto visitante e hizo todo lo posible por machacarlo. Tuvo menos premio del que mereció, sólo una ajustada victoria por 2-1, y eso le complica la eliminatoria. En la Copa, los goles en campo contrario valen doble en caso de empate. Así, pues, la duda se despejará en el Bernabéu el próximo miércoles y el equipo de Schuster se antoja más favorito que el de Manzano para llegar a cuartos, a pesar de este partido.

Tuni superaba a Míchel Salgado, mortificado por la velocidad del canterano mallorquinista; Varela no encontraba obstáculo en Torres, dubitativo hasta el punto que regaló medio gol a Víctor que Dudek evitó. Torres no es lateral zurdo, ni en broma. Varela cabeceaba fuera un córner mal defendido, y Fernando Navarro probaba los extraordinarios reflejos del meta polaco con un zurdazo del que Guti se desentendió. Fue córner y remató Trejo, que aprovechó el desbarajuste de la defensa madridista. Era el minuto 23. Todo lo había hecho el Mallorca. En el 24, sólo uno después, la pelota, centrada por Sneijder, rebotó en las rodillas de Ramis, le cayó a Higuaín, dentro del área, y su extraordinaria volea resultó invisible para Moyá.

Podía ir ganando el Mallorca, hizo más méritos para ello, creó las ocasiones, internacionalizó de nuevo a Dudek... Y empataba. Eso es mala suerte, o buena fortuna del Madrid, un Madrid espeso, lento, previsible e impreciso; inadvertido en la delantera, si no hubiese sido por el golazo de Higuaín, inoperante en el centro del campo, a pesar de la presencia de los hombres G, Guti y Gago; despistado en defensa y beneficiado por la miopía del árbitro Delgado Ferreiro, que no vio un penalti clarísimo de Dudek a Trejo, y se encontraba a ocho metros de la jugada, y otro posible de Míchel Salgado a Borja Valero. En compensación, tampoco advirtió la coz que Ballesteros arreó a Salgado en los cataplines. Era tarjeta roja.

Terminó la primera mitad con el aficionado del Mallorca enfadado con el colegiado, cegato y errático; con Manzano que no daba crédito al marcador; con Arango en lugar del goleador Trejo, lesionado en el lance con Dudek, y con Schuster serio como una estaca. Tampoco él entendía lo ocurrido. Y eso que rotó lo mínimo. Alineó desde el principio a Raúl, Sneijder y Robinho. Gago, el sustituto de Diarra, no dio la talla, y Guti se contagió de la impericia del resto. Sólo Dudek sobresalió.

Como en varios partidos de Liga, el Madrid jugaba con fuego, que no al fútbol, y sólo la escasa puntería del rival le mantenía vivo, lo cual, tratándose de este equipo, es siempre una amenaza, la que impone su calidad individual, que a veces le traiciona. Así, Guti, indolente, jugaba sobrado en el círculo central, perdió el balón y provocó el 2-1. El detalle luminiscente partió del borceguí izquierdo de Arango. Su disparo, raso, desde fuera del área, no lo atajó el polaco, tapado por Pepe y, quizá, lento de reflejos.

Cuando el Madrid sacó el primer córner, el Mallorca ya había lanzado nueve, pero no conseguía añadir goles al 2-1. Y pudo encajar el 2-2 si Moyá no hubiese despejado con el pie el chut de Saviola, a tres metros. A continuación, Dudek despejó un lanzamiento extraordinario de Arango, que parecía el 3-1... No lo fue y el encuentro, pasado por agua, llegó al final con más emoción que sobresaltos. Ganó el mejor.