Ministerio de Justicia

Más cacerías

De tanto querer controlar la justicia, los socialistas han creado un monstruo sin posible control

La Razón
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Resulta que la cacería de Bermejo y Garzón contra el Partido Popular ya había sido precedida y ensayada en otra, organizada por el mismo Bermejo y otro amigo suyo, el fiscal de Murcia Manuel López Bernal. Como explicaba ayer LA RAZÓN, de aquella cacería, justo antes de las elecciones de 2007, queda poco. De las 43 denuncias presentadas por Manuel López Bernal contra cargos del PP han sido archivadas 41. Como el nexo común entre las dos es el ex ministro, parece lógico pensar que el problema reside en su persona. Me parece a mí que no es así. Sin querer justificar su parcialidad y su sectarismo, hay que reconocer que el ex ministro cayó en tentaciones difíciles de sortear por parte de un político. Lo grave no es que un ministro quiera inmiscuirse en las decisiones judiciales. Lo grave es que los jueces y los fiscales se lo permitan y, más aún, lo utilicen para fines particulares. En Murcia parece haber habido connivencia, lo que ahora se llama complicidad, entre el fiscal y el ex ministro. En el caso de la cacería de estas últimas semanas, parece haber habido otra cosa. Complicidad, sin duda, pero también intento de manipulación por ambas partes. En el fondo, ¿quién manipulaba a quién, Bermejo a Garzón, o al revés? El objetivo del ex ministro Bermejo parece claro. El de Garzón no tanto. Podrá haber afinidad ideológica, o no. Lo que hay sin duda alguna es una agenda propia, con filtraciones, golpes de efecto y una auténtica campaña de comunicación. También hay una tolerancia del aparato judicial a este tipo de actuaciones. Y además está la incapacidad de esas mismas instituciones para autorregularse y depurar comportamientos destructivos. Las cacerías de Garzón son mucho más peligrosas para la democracia liberal que las del ex ministro, y por ahora no han tenido ningún coste para él. De tanto querer controlar la justicia, los socialistas han creado un monstruo sin posible control. En tiempos de Quevedo, alguien habría escrito una quintilla sobre la Justicia cazadora y los ministros con cuernos.