Lorca
Narros la Fedra más flamenca
El director reestrena el montaje de 1989, esta vez con Lola Greco
En 1990, Miguel Narros sumó talentos para llevar «Fedra» al imaginario del flamenco. Lo había hecho ya con «Medea». Y en «Fedra» volvió a rodearse de cosita buena: Manuela Vargas al baile, en el papel de la reina enamorada de su hijastro, y Enrique Morente a la guitarra. Casi dos décadas después, el maestro madrileño ha decidido recuperar aquel espectáculo con un «lifting» llamado Lola Greco... y algún toque nuevo más. Junto a la bailaora, Amador Rojas (Hipólito), Alejandro Granados (Teseo) y Carmelilla Montoya (Ama), al frente de un cuerpo de baile de diez personas y dos guitarristas. El estreno será el 12 de junio en el Napoli Teatro Festival Italia (se verá también los días 13 y 14). Después pasará al Festival de Mérida (1 al 8 de julio) y al de Almagro (10 al 14).
Narros, desde una sencillez aplastante, ve lógica esta aventura: «Hace 20 años que realicé la última "Fedra". ¿Y por qué no dirigirla de nuevo, si tengo una figura importante como es Lola Greco?». Según el veterano creador, «la técnica está inventada para desarrollar las emociones. Y eso es lo que tiene el flamenco de atractivo». Él mismo firma el guión, basado en las «Fedras» de Eurípides, Racine y Séneca, pero narrado con señas de identidad gitanas y de barrio, pantalones vaqueros y motocicleta incluidos. «Juzgo menos a Fedra ahora que entonces. La comprendo más –afirma Narros–. Me gusta contar esta historia hoy. Las únicas faldas son las de Fedra: es la mujer femenina, luchadora, a la que no le importa dar su vida con tal de ser ella, en un mundo en cierta decadencia». Con él coincide Morente: «Creo en el amor libre», dice. Y matiza: «Fedra es una asesinada por el cielo, como tantos».
Javier Latorre firma la nueva coreografía. Y cuenta Greco, acerca de la huella de su precursora: «Manuela Vargas me sirvió de referencia hace mucho años, pero no ya como Fedra, sino como intérprete de flamenco. La he visto en muchos papeles. Es una gran responsabilidad retomar su personaje». Narros sale a echarle un capote: «Cuando la poesía existe, hay algo a qué agarrarse. La forma de expresarla es muy distinta en Lola y en Manuela, siendo las dos maravillosas. Son dos bestias escénicas».
Cordero y lentejas
Greco, toda expresión, se distancia de la antiheroína: «¡Menudo marrón, enamorarte de tu hijastro y faltarle el respeto a tu marido!». Aunque algo hay en común, reconoce, con ella: «Llevo también mi tragedia, como cualquier ser humano. Pero nada más. Soy una persona muy simple, muy divertida... Me gustan el cordero y las lentejas». La que fuera primera figura del Ballet Nacional es rotunda sobre sus papeles: «No puedo bailar por bailar. Aun cuando ando, tengo que tener un objetivo». Morente se suma: «Me gusta que el flamenco cuente historias. Y que Narros lo haga desde hace años». Aquí interviene el aluido: «El flameco está muy cerca de la tragedia. Como decía Lorca, somos un país trágico. Un teatro sin tragedia no existe».
Las viejas casettes de Morente
Dice Narros que la música original de Morente «ha cambiado por completo. Hay alguna reminiscencia, muy lejana, pero no tiene nada que ver. Teníamos un vídeo nada más, y Enrique se debió de llevar un susto enorme cuando lo escuchó». Y el maestro granadino asiente con su humor sabio: «Soy una persona distinta cada día... Y no tengo la culpa de ser el que era o el que soy». Por cierto, cuando la producción estaba casi acabada, aparecieron las viejas casettes con la música original, según cuenta Narros.
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