Hollywood
No es una cuestión de forma
El debate acerca de la proposición no de ley, presentada por ICV, para reprobar al Papa por su discurso en torno a los preservativos y el sida en África pone de manifiesto la cuestión de fondo del debate ideológico en la España de hoy, entre una izquierda radical, que se caracteriza por asumir la ideología de género y un fuerte anticatolicismo, al margen de cuestiones en torno a la justicia social; y una derecha que a veces actúa de forma acomplejada. Plantear la cosa como una pura cuestión formal es sencillamente una huida hacia adelante. Ciertamente que el Reglamento del Congreso de los Diputados cuando configura a la proposición no de ley, tan sólo exige que se presente por escrito y que contenga una propuesta de resolución; esto no quiere decir que cualquier propuesta que reúna estos requisitos pueda ser admitida a trámite, como así de hecho ha sucedido en muchas ocasiones. Si tan sólo bastara con reunir ambos requisitos formales, no haría falta la Mesa del Congreso, bastaría con un informe de los letrados de la Cámara, que es uno de los cuerpos más prestigiosos del mundo jurídico de este país. Refugiarse en los letrados de la Cámara y en la jurisprudencia del Tribunal Constitucional es renunciar al carácter esencialmente político que tiene la condición de parlamentario y miembro de la Mesa; luego no es una cuestión de forma sino una cuestión de fuero.El reglamento entre las funciones de la mesa establece la de «calificación» de los escritos que se presenten y la «admisión a trámite» de los mismos. El desempeño de esta función conlleva el hacer un doble análisis: de legalidad, y de oportunidad esencialmente política. Desde el punto de vista de la legalidad, no creo que haya ningún antecedente que el Tribunal Constitucional haya juzgado sobre reprobación de un jefe de Estado extranjero, porque semejante disparate jamás se le ocurrió a nadie en la corta historia de la democracia española. Por otro lado, cuando se trata de cuestiones que afectan a relaciones internacionales hay un viejo principio del derecho internacional en virtud del cual un Estado debe abstenerse de ingerirse en cuestiones internas de otro Estado, y no debe olvidarse que el Papa es el Jefe del Estado Vaticano, y la cuestión se refiere a África, no a España. En Bélgica han considerado un asunto interno el que el Papa se refiriera a antiguos territorios belgas, parece que añoran el colonialismo. Pero en todo caso la resolución aprobada en el parlamento belga es de muy distinta naturaleza a la que se quiere aprobar en España, porque en aquel parlamento se trata de una resolución que vincula al gobierno a realizar una determinada actuación, como ha sido la presentación de una nota de protesta en la embajada ante la Santa Sede de aquel país. Esto nunca podría producirse en España, porque el Gobierno no está vinculado jurídicamente a lo que decida una proposición no de ley, como por ejemplo aquella que ha propuesto reducir el número de ministerios.El análisis de legalidad llevaría a excluir cualquier proposición no de ley que pretendiera impedir el libre ejercicio del derecho a la libertad de expresión consagrado en la Constitución, por ejemplo a nadie se le ocurre pensar que el Parlamento reprobase al señor Jiménez Losantos porque piense una u otra cosa políticamente incorrecta. Y finalmente el análisis de legalidad también impediría atacar a la libertad religiosa y de cultos consagrada en el artículo 16 de la Constitución, si se tratase de reprobar al líder de cualquier iglesia o comunidad religiosa reconocida por las leyes. Respecto de la oportunidad política, evidentemente el pluralismo y la libertad permiten cualquier cosa menos la incoherencia, porque sencillamente pasará una factura inexcusable.Desde el punto de vista político yo me quedo con el análisis realizado por el embajador de España ante la Santa Sede, Francisco Vázquez, que recientemente manifestaba en la Cadena Ser que las declaraciones del Papa sobre los preservativos se han entendido mal porque lo que él quiere decir es que no basta con profilácticos, es necesario un cambio de conducta sexual además de otras cosas. En esto el Papa coincide básicamente con uno de los mayores expertos en sida del mundo: el doctor Edward C. Green, de la Harvard School of Public Health, inventor del famoso modelo ABC: abstinencia, fidelidad (be faithful) y usar condones si fallan A y B. Esto es básicamente lo que consiguió bajar la cifra de infección en Uganda, y es el modelo al que se refería el Papa, y recordaba el embajador de España. Este último añadía que el Papa es uno de los mayores intelectuales del mundo actual, y ha tenido el valor de ser el primer líder mundial en plantear con toda claridad dos cuestiones, que nadie, ni siquiera los progres de la izquierda, se había atrevido a decir en África: denunciar la explotación del hombre por la codicia de las empresas mineras, particularmente los diamantes, y por la codicia de las empresas farmacéuticas; como dos películas de Hollywood han puesto de manifiesto.El problema es que el tema de los condones afecta a todos los esquemas ideológicos de las feministas radicales que controlan ideológicamente a la izquierda española, e incluso a parte de la derecha aunque no sean conscientes de ello. Las radicales consideran que la igualdad plena solamente puede conseguirse cuando ellas controlen el sexo y la reproducción, de ahí la campaña sobre el preservativo, el control de la natalidad y el aborto libre. No se paran ante nadie, ni siquiera el Papa, y aunque el mundo se derrumbe a nuestro alrededor, ellas seguirán en su terquedad ideológica.
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