Literatura

Londres

«Nuestras obras se llegaron a tocar»

«Nuestras obras se llegaron a tocar»
«Nuestras obras se llegaron a tocar»larazon

La obra de Cristina Iglesias (San Sebastián, 1956) y Juan Muñoz crecieron juntas. Los dos estudiaron arte en Londres, donde conocieron. Se casaron en 1982 y han tenido dos hijos, Lucía y Diego. Ella tiene un tono de voz pausado y suave; recuerdo el de él, rápido y enérgico. «Juan era el portavoz natural de cualquier conversación, pero quería hablar porque así desarrollaba su pensamiento. Podía venir alguien a casa, sentarnos en la cocina y, hablando, inventarse una pieza», cuenta Cristina Iglesias, que se ha implicado mucho en la instalación de la exposición.«Yo soy por naturaleza reservada –confiesa–, pero había un diálogo continuo como artistas; los dos éramos muy entusiastas y pasionales con nuestro trabajo... bueno, Juan era un terrorista del arte y creo que a él le gustaba; era muy sincero». Reconoce que a Juan le gustaba que ella estuviese al tanto de sus trabajos, porque, aunque siendo distintos, son obras que «sí se llegan a tocar». «Son veinte años compartiendo lecturas y amigos... Era muy paranoica de que formalmente mi obra no tuviera ninguna conexión con la de Juan y ponía un especial interés en que no hubiera un mimetismo», explica.Dice que Muñoz observaba el arte español con atención desde el ámbito internacional. Seguía a los clásicos (Goya y Velázquez), incluso a los de generaciones anteriores (Chillida y Tàpies) y quizá con la suya propia tuvo menos contacto, pero «creo que eso hubiera cambiado de haber seguido vivo. Sus querencias entaban en el mundo, pero no sentía ningún rechazo en España; sólo buscaba libertad».Escribir y dibujarCuando muere Juan Muñoz el 31 de agosto de 2001, acababa de inaugurar en la Tate Modern y «estaba en un momento muy alto; él lo sabía. Fue una temporada muy productiva en esculturas, pero quería dejarlo dos años, aunque no sé si hubiera aguantado... Quería dedicarse a escribir y dibujar, porque eso estaba cerca de él y podía viajar sin arrastrar un taller».