Nueva York
Obama exige más «presión» contra Corea del Norte
El presidente de EE UU se muestra dispuesto a «actuar y responder»
El ensayo nuclear de Corea del Norte del pasado domingo trastocó ayer la agenda del presidente norteamericano, Barack Obama. Los actos de ceremonia del cementerio de Arlington (Virginia) en homenaje a los soldados caídos en batalla quedaron empañados por la amenaza norcoreana. La atención del equipo de asuntos exteriores de la Casa Blanca y los diplómaticos estuvo ayer en Asia. «Buenos días a todos. Nos vamos a Arlington para recordar a los hombres que han servido con valor a Estados Unidos. Pero, antes quiero dedicar unas palabras al anuncio de Corea del Norte de su ensayo nuclear», indicó el líder demócrata a los periodistas desde su residencia en Washington. El mensaje fue breve, claro y contundente. «Los programas de misiles balísticos nucleares de Corea del Norte suponen una gran amenaza para la paz y seguridad del mundo. Ahora, EE UU y la comunidad internacional deben actuar y responder (a las acciones de Pyongyang)», remachó el presidente estadounidense respecto al segundo ensayo nuclear del país asiático. El primero fue en 2006. Obama insistió en que «(este test) supone una violación del derecho internacional y contradice los compromisos anteriores (de este país). El historial es claro: habían prometido abandonar su programa nuclear». Gestos de EE UU En octubre de 2008, Estados Unidos con el presidente republicano George W. Bush quitó a la dictadura asiática de su lista de promotores del terrorismo. Parecía que terminaban así las tensiones después de las promesas de Pyongyang de desmantelar su programa nuclear. Pero, el pasado abril, Corea del Norte lanzó un cohete de largo alcance. Los asiáticos justicaron su necesidad de colocar en el espacio un satélite de comunicaciones. Pocos les creyeron. Algunos analistas dudaron de la amenaza real del país y alegaron que era una política de gestos destinada a amedrentar a su propia población. Todavía, no queda claro si representan un peligro real e inminente para la comunidad internacional. Pero, el presidente norteamericano pronosticó ayer que habrá «más presión internacional». ANÁLISIS: ¿Búsqueda de atención o cuestión de supervivencia?- ¿Tiene marcha atrás el programa nuclear coreano?
–Desde que en 1987 Corea del Norte pusiera en funcionamiento el reactor de Yongbyon la carrera atómica ha sido irregular e impredecible. La prueba de ayer se asemeja a la practicada en 2006 pero con más precisión técnica y con el agravante de la ruptura, por segunda vez y por la vía de los «hechos consumados», de las «Conversaciones a Seis» promovidas desde EE UU.
- ¿Existe una estrategia a largo plazo?
–Desde el exterior se interpreta como un intento por llamar la atención de la Administración Obama y aumentar el umbral de las concesiones a cambio de desmantelar las instalaciones nucleares. «The Economist» recuerda, en su edición semanal, que «Mister Kim tiene un master en obtener ayudas utilizando la amenaza».
- ¿Puede hacerse una lectura interna?
–El último «escarceo» de Kim Jong Il está relacionado con la llegada al poder del conservador Lee Myung-bak en Corea del Sur, que mantiene una línea dura hacia el programa norcoreano. Pyongyang no quiere avanzar en su desnuclearización porque se resiste a aparecer como un «seguidor» de los preceptos de Seúl y Washington. El régimen comunista se proyecta como el guardián de la identidad norcoreana frente a la intervención extranjera y enseña su capacidad nuclear en busca de interlocución. Si renunciase definitivamente a su programa, quedaría en una posición de mayor debilidad. Los norcoeranos se preguntarían por qué tanto sacrificio. La mala salud de Kim, además, podría haber forzado un proceso sucesión y éste querría reafirmar su autoridad.
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