Nueva York

Obama un giro verde a un país de «malos humos»

El presidente electo de los Estados Unidos ha prometido una inversión de 150.000 millones de dólares en energías renovables en los próximos 10 años y una reducción del 35 por ciento de la dependencia del petróleo de fuera de las fronteras estadounidenses en 2030.

Obama un giro verde a un país de «malos humos»
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Dicen que en el país de los ciegos el tuerto es el rey. Por eso, el hecho de que el presidente-electo de EE UU, Barack Obama, haya elegido un equipo de energía que se toma la amenaza del cambio climático en serio y valora la opinión de científicos independientes ya ha servido para que la comunidad «verde» esboce sonrisas.
Obama ha elegido como nuevo secretario de Energía al físico Premio Nobel Steven Chu. Al frente de la Agencia de Protección del Medio Ambiente (EPA) estará Lisa Jackson. Es respetada por ser una afamada funcionaria en este campo en Nueva Jersey, que precisamente se conoce en el resto del país como el «Estado del Jardín». El demócrata ha creado un nuevo puesto para Carol Browner, la jefa de la EPA del anterior líder demócrata, Bill Clinton. En esta Administración, tendrá que coordinar el programa de cambio climático con la agenda del resto de los ministerios, ya que el calentamiento global se cruza con la economía y la política.

Dos objetivos marcados en verde
Las dos prioridades del equipo verde de Obama serán enfrentarse al cambio climático y a la dependencia de EE UU del petróleo extranjero. En el apartado del programa de energía de Obama, se lee en el primer párrafo que el uso de «EE UU de 20 millones de barriles diarios cuesta a nuestra economía (por la de Washington) 1.400 millones de dólares diarios, cerca de 500.000 millones sólo en 2006. Cada día, gastamos (los estadounidenses) 41 millones de dólares en petróleo extranjero». En el segundo párrafo, se puede leer que «el calentamiento global es real, está sucediendo y es el resultado de las actividades humanas. El número de Categoría 4 y 5 de huracanes se ha doblado casi en los últimos 30 años. Los glaciares se derriten más rápido».
Pero, lo cierto es que Obama hizo del cambio climático una de sus prioridades de campaña cuando el mundo era diferente. En los últimos meses, la Reserva Federal de EE UU tuvo que bajar como medida urgente el precio del dinero y el Congreso aprobó una operación de rescate económico de 700.000 millones de dólares. Y ahora todo se sitúa detrás de la crisis financiera. Todavía queda pendiente el plan de estímulo económico de 500.000 millones de dólares, según los expertos.
Los gestos del demócrata representan un cambio radical si se compara con la política del todavía presidente de EE UU, George W. Bush, que se retiró del Protocolo de Kioto de forma oficial en marzo de 2001. El líder estadounidense dejó claro que cumplir con la hoja de ruta de este tratado internacional perjudicaría la economía de Estados Unidos. Y no se iban a sacrificar. Ahora el Protocolo de Kioto es «pasado». Expira en 2012. Y Copenhague, que tendrá lugar a finales de 2009, es el futuro. Desde la propia Organización de Naciones Unidas (ONU), Yvo de Boer ha reconocido que no espera que la Administración Obama vaya a rubricar Kioto-2. Las emisiones de efecto invernadero en el país han aumentado un 14 por ciento desde los niveles de 1990, en vez de bajar un seis.
El demócrata ha reconocido que quiere que su país se ponga a la cabeza de la batalla contra el cambio climático y renueve, o quizá comience, su compromiso en la lucha internacional. De momento, ha anunciado que presentará límites de emisiones nocivas para el medio ambiente y reducirá los gases de efecto invernadero en un 80 por ciento en 2050.
Todo esto depende del resultado de una batalla que se libra dentro del Partido Demócrata por el control del Comité de la Cámara de Energía y Comercio. El liberal demócrata Henry Waxman tiene que levantar de su asiento de presidente de este comité a su compañero de agrupación y aliado de las eléctricas y fábricas de coches, John Dingell. Este político que es de Michigan, hogar de la industria automovilística, ha estado al frente de este comité durante 28 años.

Obama y Kioto
Si se miran los archivos de las leyes aprobadas en mayo de 1998, se podrá leer que el estado de Illinois aprobó una ley de condena del Protocolo de Kioto y la prohibición de la regulación de los gases de efecto invernadero. Y, ¿qué votó Obama? Que sí. ¿Por qué? Por el bien de su tierra. Los datos del Departamento de Comercio de Illinois revelan que esta industria generó para los productores de esta zona unas ganancias de 1.000 millones de dólares. El 51 por ciento de la electricidad que se utiliza en el país viene del carbón, que fue descubierto en este Estado hace 300 años.
Ahora, el presidente electo de los Estados Unidos clama que el cambio climático es «uno de los desafíos morales mayores de nuestra generación». Pero, cuando fue senador, los grupos de presión de la Cámara Alta siempre sabían que el joven político votaba a favor de los intereses de la industria del carbón. En 1997, votó para ayudar a abrir minas de carbón. En 2001, favoreció una legislación que ofreciese préstamos de 3.500 millones de dólares para construir plantas que producen electricidad a través de la quema de carbón sin control de emisiones. Mientras que en el año 2003, estuvo a favor de emitir un préstamo de 300 millones de dólares para construir más plantas de este tipo.

El legado de Bush

El futuro verde de Estados Unidos muchos lo ven negro. La Administración Bush le deja a su sucesor un legado muy sucio lleno de falta de compromiso con el proceso del tratado internacional de Naciones Unidas, una gran adicción al petróleo extranjero, falta de agua en el sur del país y aceleración en el proceso de extinción de especies.

«Green jobs»
Barack Obama ha prometido una inversión de 150.000 millones de dólares en energías renovables en los próximos 10 años y una reducción de la dependencia del petróleo de fuera de las fronteras estadounidenses al 35 por ciento en el horizonte 2030.
De esta forma, el demócrata creará más empleos al doblar el presupuesto federal destinado a la ciencia y a la investigación para proyectos de energías limpias que incluyan la utilización de las fuentes eólicas, la solar y la biomasa. Así, el «Plan Apolo» (cuya bandera hizo suya Barack Obama) pretende crear cinco millones de puestos de trabajo en el sector de las energías renovables, conocidos ya como los «green jobs».
Actualmente, Washington utiliza sólo 3.000 millones de dólares en sus esfuerzos para innovar en energía. Según el programa del presidente electo de Estados Unidos, «esto puede parecer una suma significativa, pero es mucho menos de lo que se utilizaba a finales de los años 70 (con cifras ajustadas a la inflación) y menos de lo que la industria de alimentación de mascotas invierte en sus productos», por ejemplo.
El demócrata buscará gente cualificada y preparada. Por ello, invertirá en programas de formación y reconversión para ayudar a la clase trabajadora y la propia industria a adaptarse al desarrollo y de producción de tecnologías limpias. El político también desarrollará programas de concienciación entre la gente joven para cambiar los hábitos de los estadounidenses.

Un Premio Nobel
Steven Chu, el nuevo secretario de Estado de Energía, conoce bien España como jurado de los Premios Rey Jaime I
Las notas de los hermanos de Steven Chu (1948) siempre fueron mejores que las suyas. Sus padres estaban preocupados porque este Premio Nobel de Física prefería jugar con sus coches y aviones en vez de estudiar. Por eso cuando llegó a la Universidad respiró aliviado cuando sus profesores le dijeron que no había que memorizar. Sólo sacar conclusiones. El que será en pocos días secretario de Energía de la Casa Blanca conoce bastante bien España y su apuesta por el mercado de las energías renovables, algo que quizá tenga repercusión en la política de Obama. El motivo es que el investigador forma parte del jurado de los prestigiosos Premios Rey Jaime I.