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F. C. Barcelona

Otro fracaso del Atlético

La Razón
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madrid- Impotencia, incapacidad, falta de criterio y ceguera ante el gol propiciaron que el Atlético se fuese de la Copa de la UEFA por la puerta de atrás, por la puerta de la mediocridad ante el Bolton, que no pasa por ser una de las joyas de la «Premier» y que con un eficaz y rudo sistema defensivo acabó con las esperanzas de los de Aguirre.

Había conjura para ganar. ¿Qué conjura? La de los necios, la de los que creen que a base de pelotazos y balones aéreos se puede terminar con un rival más alto, más fuerte e igual de malo cuando hace rodar la pelota por la hierba. Ahora que comienzan la campaña electoral y los debates puede decirse que con el Atlético no hay debate: es un equipo sin ideas, sin juego, sin capacidad para buscarle las vueltas a los fornidos ingleses, que se fueron del Calderón con dolor de cabeza de tanto despejar los centros de Reyes, de Pernía, de Luis García.

Ocasiones creó pocas el Atlético, por no decir ninguna. El meta finlandés del Bolton no tuvo mucho trabajo cuando se esperaba que los de Aguirre, aupados por esa afición, que ya está harta de sufrir, encararan el encuentro con otro aliciente. Craso error el que pensara eso porque los rojiblancos no tienen toque, no tienen bandas y se escudan en Agüero y Forlán para tapar sus vergüenzas futbolísticas. Ayer faltó el «Kun» porque escupió donde no debía y no hubo balones claros para los delanteros, para que Maxi, desconocido este año, y el uruguayo encontraran la posición de remate. No la encontraron.

En las ocasiones que el Atlético, todo voluntad y todo desacierto, lo intentó se topó con su ansiedad, sus propios errores y esa falta de serenidad para llegar a la línea de fondo. No se puede discutir el esfuerzo de Reyes, el trabajo de Luis García, que gozó de la mejor ocasión en la primera parte, de Jurado, un proyecto que no termina de cuajar, y de los demás rojiblancos. Pero el fútbol requiere otras cosas: mayor velocidad, más precisión con el balón y eso el Atlético no lo tiene. Por lo tanto fue un equipo muy previsible ante un rival también muy previsible.

Desde el banquillo no se ayuda tampoco a que las cosas cambien, pero crucificar ahora a Aguirre tam- poco conduce a nada. El técnico buscó con De las Cuevas y Mista mayor capacidad ofensiva, sacrificó a Pablo y arriesgó. Dio igual porque el Atlético tuvo la pelota para no saber manejarla. Y así los minutos fueron pasando a base de centros, de remates lejanos, de jugadas que acababan en los pies del rival.

El Bolton ni se inmuto, se guardó a Iván Campo y a Diouf de principio para que sus compañeros hicieran el trabajo estajanovista. El Atlético no se guardó nada, pero lo que tiene es muy poco y se va de Europa con la cara de la impotencia, después de sudar la gota gorda y remar para morir en la orilla tras un partido en el que se impuso el pragmático estilo inglés al quiero y no puedo del Atlético.