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Francia

Por qué Obama es un globo pinchado como Ségolène

Barack Obama ha conseguido crearse un aura de candidato político próximo al pueblo y con un gran tirón mediático. Hace un año, la candidata socialista Ségolène Royal irrumpió de la misma forma y fue vapuleada en las urnas.

La Razón La Razón

MEDIOS
Las empresas de información han encontrado un filón para mejorar sus audiencias.
Barack Obama es un animal mediático que encaja como un guante en la política-espectáculo de EE UU. Posee una oratoria clásica de líder negro, pero su imagen no es tan dura como la de otros dirigentes de su raza, mucho más marcados étnicamente. Su educación privilegiada le ha dado acceso al conocimiento de las preferencias de la clase media norteamericana y ha articulado un mensaje de esperanza alrededor del punto principal de estas elecciones, el cambio. Ségolène hizo una apuesta igualmente arriesgada al proponer una ruptura total con las vacas sagradas de su partido. En ambos casos el mensaje caló bien en la opinión pública, pero falló al llegar a las urnas.

APOYOS
Los demócratas han puesto en marcha un necesario cambio interno.
La campaña norteamericana siempre ha estado dominada por los candidatos con más dinero. Existe una correlación directa entre el político que más recauda y el vencedor final de los comicios. En el caso de Obama, sorprende que haya sido capaz de recaudar más dólares que la propia Hillary Clinton, cuya red de captación de fondos lleva en marcha algunos años desde su llegada al Senado y se apoya en amigos y empresas poderosas que ayudaron a su marido Bill. Obama ha conseguido millones a través de internet, en una muestra más de su amplia base de seguidores. En Francia, la candidata tuvo a su disposición la mejor cosechadora de francos, el Partido Socialista. Y en ambos casos el dinero no ha sido suficiente para asegurar la victoria.

SONDEOS
Los altos índices de aprobación son expresiones de voluntad.
El paradigmático caso de New Hampshire ha revelado la gran mentira que son hoy día las encuestas de opinión. La opinión pública elige candidato en los sondeos influenciado por el bombardeo masivo de los medios de comunicación y expresa una opinión de voluntad. Obama y Ségolène caen bien y tienen buena imagen, y si se pregunta a la gente en la calle, suele decir que sí les votaría. La realidad es otra, y en el momento de tomar la decisión sobre a quién se va a votar, entran en juego otros factores además de la buena o mala imagen del candidato. En New Hampshire, la mayoría de los encuestados eligieron a Obama, pero votaron por otros candidatos con más experiencia o porque creyeron que otro sería mejor candidato para ganar a los demócratas.

PROGRAMA
No basta con tener buen cartel. Hay que articular un programa convincente.
Éste fue al final el talón de Aquiles de Ségolène. Su sonrisa no tuvo acompañamiento en un programa de Gobierno maduro. Sus asesores prestaron demasiado tiempo a cultivar el «efecto Ségolène» y se olvidaron de prepararla para temas complicados como la política exterior, la economía o la reforma del Estado. En el caso de Obama, está pasando casi lo mismo. La victoria en el Estado de Iowa hizo explotar el «efecto Obama» y el candidato negro saltó de la noche a la mañana al primer puesto en los sondeos. El senador tiene poca experiencia en política y se nota. Repite machaconamente cuatro máximas y no se sale ni un milímetro de ellas para no cometer errores como sí lo hizo Ségolène en su campaña. Si Obama consigue imponer su discurso del cambio sin contenido, será toda una sorpresa en un electorado muy acostumbrado a las campañas. Necesita un programa y con propuestas económicas fuertes.

PARTIDO
Los dos candidatos han sufrido falta de apoyo desde sus partidos.
Es un secreto a voces que el «establishment» del Partido Demócrata americano prefiere a Hillary como candidata, ya que considera que se arriesga menos con una mujer que con un negro. Y la composición racial y electoral del país les da la razón. Obama ha conseguido amasar su presupuesto de campaña al margen de los canales tradicionales que ofrece el partido a sus candidatos y eso ha abierto heridas difíciles de cerrar en una agrupación muy necesitada de una victoria contundente a nivel nacional. A Ségolène le pasó lo mismo. Los barones socialistas nunca la tomaron en serio y le negaron su dinero y su sabiduría para enfrentarse a un candidato-cañón como Sarkozy. Prefirieron caer ellos mismos a que ganara la candidata que ellos no querían. Obama debería cerrar acuerdos internos cuanto antes.

msanchez@larazon.es

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