Debate Estado Nación

Puro humo

La Razón
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¿Cuántos conejos le quedan aún a Zapatero en su magnánima y complaciente chistera? Probablemente tantos como afectos e ingenuos sigan comprándole la mercancía averiada que expende en el Congreso y en los mítines. La segunda parte del Debate sobre el Estado de la Nación evidenció la impostura permanente en la que se mueve el presidente y, sobre todo, su recurso a la improvisación y la ocurrencia como armas de desgaste inmediato del adversario.

El supuesto triunfo sobre Rajoy en el debate lo basó en la improvisación de unas medidas que terminaron diluyéndose en el caldo de su inconsistencia. Las promesas del presidente resisten justo el tiempo que el CIS tarda en cocinarle a medida una encuesta favorable. Y después puro humo. ¿Dónde están los cientos de miles de ordenadores con los que pretendía maquillar el déficit cualitativo del sistema de enseñanza? En el mismo paritorio donde improvisó las ayudas para la compra de automóviles o el final de las deducciones por la adquisición de vivienda.

El presidente pide fe para su política económica sin inspirar a cambio ni un gramo de confianza. Bien al contrario, abonado al populismo vacuo y la demagogia recurrente, Zapatero aboga ahora por construir un nuevo modelo económico mientras despotrica del basado en el ladrillo del que se ha servido durante los últimos cinco años para presumir de una economía de «champion league» y de haber creado más empleo que nadie mientras sacaba pecho ante Sarkozy y Berlusconi. Es la apoteosis del desahogo y del descaro.