Francia
Quién protegió a Gertrude Stein
Janet Malcolm desvela en «Dos vidas» cómo la escritora y su compañera, Alice B. Toklas, dos ancianas judías, sobrevivieron en la Francia ocupada
¿Cómo el «matrimonio» de dos ancianas judías, vinculadas a las vanguardias de París y con un sinfín de obras de artistas «degenerados» en el salón-museo de su casa sobrevivieron en la Francia ocupada? El periodista Eric Sevareid, uno de los primeros americanos que llegó a la localidad francesa Culoz tras la liberación de París, recoge un testimonio sorprendente del encuentro que sostuvo en septiembre de 1944 con la escritora Gertrude Stein –inmortalizada por Picasso en un lienzo genial–. «A pesar de las dificultades y la separación de los amigos, esos años habían sido los más felices de su vida». La ensayista Janet Malcolm revela en «Dos vidas. Gertrude y Alice» (Lumen) quién las ayudó durante la invasión nazi. Entre 1939 y 1940, Gertrude y Alice sopesaron con seriedad si quedarse o marcharse. Desoyeron los consejos y se instalaron en su villa. Stein, según la autora, «era una mujer conservadora, con tendencias reaccionarias: adoraba a los republicanos, odiaba a Roosevelt y apoyaba a Franco». Según un amigo de ella, «creía en un individualismo inquebrantable y consideraba a los trabajadores holgazanes o incompetentes». Toklas, al referirse a esa época, dice: «Venía mucha gente a visitarnos. Todos eran miembros de la "resistance"». Un colaboracionistaTodos, menos uno: Bernard Faÿ. Él evitó que los nazis saquearan el domicilio parisino de la escritora en julio de 1944, cuando la Gestapo amenazó con quemar los cuadros de Picasso. Y, también, quien consiguió que ellas vivieran en paz durante la guerra. Faÿ era «un monárquico antisemita», de familia católica, homosexual, profesor de universidad y director de la Biblioteca Nacional desde 1940 (en sustitución de un judío) debido a sus conexiones con la derecha. Amigo de la norteamericana, al acabar la Segunda Guerra Mundial fue condenado por colaboracionista. Se le imputa la apertura de expedientes a 170.000 masones. De ellos, 60.000 fueron investigados, 6.000 encarcelados, 900 deportados y 540 fusilados o muertos en campos de concentración. Pero libró a su amiga Gertrude Stein de correr riesgos innecesarios y de las incomodidades derivadas del conflicto. Su confianza mutua llevó a asegurarle por carta, en 1941, que «mi vida es plena y fructífera. Hago un montón de cosas que no son siempre agradables, pero que siempre son interesantes...». Faÿ viajaba todos los meses a Vichy. Era asesor de Pétain y a él, según Malcolm, «le habló de Gertrude, de su genio, del peligro que corría y, más en concreto, del peligro de morir de frío el invierno siguiente». El propio Faÿ escribió en sus memorias: «Antes de que terminara la entrevista, el mariscal escribió una carta al subprefecto de Belley, en la cual le confiaba la protección de Gertrude Stein y Alice Toklas, les daba instrucciones para que se ocupara de que no les faltase calefacción en invierno y solicitaba para ellas dobles cupones de racionamiento de carne y mantequilla». Un favor que ellas corresponderían después. Alice Toklas financiaría con su propio dinero una esperpéntica fuga de Faÿ de la cárcel de Fresnes. Gertrude Stein moriría en 1946, pero su compañera prolongaría el afecto de ella hacia su fiel amigo después de su muerte.
Una escritora frente a la historiaLa figura de Stein resulta muy polémica cuando se estudia su actitud ante la desaparición de sus vecinos judíos. Janet Malcolm afirma que «no se portó bien durante la guerra». La autora de «Autobiografía de B. Toklas» y de la afirmación «Hitler jamás ganará la guerra. Él es el romántico alemán», no quiso abrir los ojos a lo que ocurría alrededor. O lo hizo tarde. En sus últimos textos, donde apenas alude a su religión y en los que no usa la palabra «lesbiana», deja entrever que, al final, sí se dio cuenta.
✕
Accede a tu cuenta para comentar