Feria de Bilbao
Rafaelillo un valiente con técnica
PAMPLONA- De los seis Miura sólo uno, el quinto, consintió que Rafaelillo le ejecutara el toreo moderno, con sus preceptos. Cualquier error o distracción lo avisaba y reaccionaba contundentemente. El diestro, desde siempre valiente aunque algo torpón, se mostró ayer inteligente y técnico. Se gustó en algunos muletazos y, en todos, no quitó la muleta del hocico del animal. Padilla, torero avezado y pundonoroso, estuvo muy competente con el aceptable primero y aguantó tarrascadas al peligroso cuarto. Millán lo pasó mal con el dificilísimo tercero y demostró su buena voluntad y arrestos con el sexto, que tiraba derrotes como una ametralladora. Así, imposible. Padilla recibió al primero con dos largas en el tercio y una tanda de bonitos lances. Banderilleó con apostura e inició la faena con cuatro muletazos en el estribo. Las tres tandas de derechazos, templadas y a media altura, que era como embestía el animal. Los naturales, sólo voluntariosos. Buena estocada. Faena valiente y sobrada. Banderilleó con mucho esfuerzo al peligroso cuarto, que no admitía ni un pase. Padilla aguantó coladas y derrotes con profesionalidad. Rafaelillo inició su labor con un farol de rodillas en el tercio y valientes lances. Intentó el pase por la espalda en el centro del ruedo y casi resulta arrollado. Encontró pronto la distancia y, con valor y sentido común, acertó en tres tandas diestras, templadas a media altura. A partir de entonces el toro bajó el nivel y en un derechazo, voltereta. Labor valiente y responsable. Al buen cuarto de la tarde lo recibió con dos largas arrodilladas, igual que los lances que siguieron. También inició la faena genuflexo, siempre valiente y con conocimiento. Los derechazos, muleta adelantada, y sin dejar que se la prendiera. Los naturales, menos despaciosos pero valentísimos. Los últimos derechazos, mano baja, muy buenos. Excelente labor. Millán, con el tercero, el que por la mañana dio varias cornadas, lo pasó mal desde el capote. El toro se quedaba por debajo y tiraba derrotes, en especial por el pitón derecho, el más «ducho». Bastante hizo con apañarlo y matarlo pronto. El sexto también era un regalito que se quedaba corto y tiraba derrotes a la cara. Millán se mostró muy voluntarioso y se salvó de milagro en varias ocasiones. Demasiado hizo.
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