Cambios en el PP
Rajoy promete mantener la unidad en su partido
Con Aguirre y Gallardón delante, dice que los españoles están por encima de la ambición de los cargos
Mariano Rajoy se enfrentó ayer a las convulsiones internas que sufre su partido por el serial sobre la supuesta trama de espionaje en Madrid con un buen discurso y con una puesta en escena de ánimos renovados para acallar las voces que cuestionan su liderazgo.
Discurso con fondo
El nuevo episodio de cruce de sables en la capital ha arrasado en buena parte con la convención que el PP había diseñado como plataforma de reforzamiento electoral ante los comicios de este año. Pero ayer Rajoy hizo del querer un poder y tiró de un tono y de un sólido mensaje que hace tiempo no exhibía para superar las adversidades. La grada, militantes populares, cerró filas con él, como también lo hizo con la secretaria general, María Dolores de Cospedal, en su canto, para consumo interno, a la fortaleza del partido.
Rajoy clausuró el acto con un discurso de candidato que, importando el ahora tan admirado estilo obamista, ofrece la verdad y una salida a una crisis «larga y dura». Su alternativa se resume en el eslogan de un «nuevo patriotismo realista» y en el compromiso con la recuperación de valores en crisis como la responsabilidad, el espíritu de superación, el esfuerzo, el trabajo bien hecho, el mérito o el espíritu cívico. Ayer, pese a la tormenta madrileña, consiguió convencer a los suyos con esa colección de grandes ideales, aderezados en algunas ocasiones en una retórica poética. «Tenemos que limpiar el buen nombre del futuro para que la ilusión de vivir devuelva lo antes posible la alegría a los españoles. La esperanza debe vencer al miedo», defendió. El nuevo presidente de EE UU utilizó en su juramento la fórmula de que «hoy elegimos la esperanza en lugar del miedo».
Las fisuras internas
Pero el contexto es el que es y a Rajoy no le quedó más remedio que aprovechar también la situación para intentar poner un parche en uno de sus flancos débiles, el de la unidad interna. «El PP recuperará los valores abandonados por este Gobierno. Y lo hará con un partido unido y cohesionado. Yo me comprometo a garantizar la unidad de este partido, pase lo que pase», defendió.
Delante tiene ya la oportunidad de demostrarlo, de pasar de las palabras a los hechos: tocar a rebato para que no se produzcan más declaraciones cruzadas, al calor de la citada supuesta trama de espionaje, que desnuden las fisuras internas. Ayer, distintos dirigentes, como Javier Arenas o Cristóbal Montoro, evitaron echar leña al fuego y apelaron a no distraerse de los problemas que padecen los españoles. Rajoy, por su parte, para sufrir el menor desgaste posible de este episodio, ha buscado como vía de escape la de ponerse al frente de la investigación y marcar distancias con la Comunidad de Madrid.
En la convención dejó algún que otro mensaje susceptible de ser interpretado como un aviso a navegantes. Con Esperanza Aguirre, Alberto Ruiz-Gallardón y otros cargos sentados frente a él, advirtió que «hay algo que está por encima del interés de cualquier militante, sea el que fuere: es el partido. Y hay algo que está por encima de los intereses del partido, sean cuales fueren: son los españoles. ¿Por qué si no, para qué estamos aquí: para ocupar un puesto?».
Rajoy es consciente del malestar que hay en sus filas, acentuado a nivel territorial, por el espectáculo que se está ofreciendo en Madrid. Y también sabe de la desazón que producen las noticias sobre que el PP no acaba de despuntar en las encuestas. En contrapartida, vendió a los suyos confianza y demandó responsabilidad. «Somos un referente para la sociedad española. Garantizo que responderemos a esa confianza», sostuvo.
Reproches al PSOE
El líder del PP pidió, asimismo, grandeza y altura de miras entre reproches al Gobierno de Zapatero, al que echó en cara, entre otras cosas, la «mentira, el engaño y el haber perdido un tiempo precioso que nadie nos devolverá».
Su alternativa
Dentro de ese cartel de «oposición responsable» bajo el que le gusta colocarse, identificó al PP, en contraste con los socialistas, con el partido que cree en la ley, en el valor de la palabra, en que la verdad no es lo mismo que la mentira, en el respeto a los padres y a la buena educación, en que la tolerancia no se predica sino que se practica y en que al terrorista no se le puede conceder ni un milímetro de espacio. Incluso cuando metió el diente a la crisis económica, lo hizo jugando a envolver su mensaje en grandes ideales. Tres voluntarios en un centro social al sur de Madrid, a quienes conoció en una visita que realizó la pasada semana, le sirvieron como símbolo para humanizarse y para intentar persuadir a través de las emociones de la gente. «Hay motivos para la esperanza, y el primero es la sociedad española. Los españoles que trabajan duro, que madrugan, o trasnochan en turnos agotadores, que se ocupan de sus hijos...», afirmó, recordando, inevitablemente, la retórica «sarkozyana».
Cospedal, unidad
Le precedió en el atril la secretaria general, María Dolores de Cospedal, quien aseguró que es tiempo de un partido unido para poder abrir la puerta del futuro. La «número dos» continuará hoy con la investigación interna por la supuesta trama de espionaje. Hablará, entre otros, con el vicealcalde de Madrid, Manuel Cobo.
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