Estreno
Shylock en carne viva de corte y ensayo
Fernando Conde protagoniza una versión a la antigua usanza de «El mercader de Venecia» dirigida por Denis Rafter
Los canales de Venecia se han trasladado a la capital para ofrecer una de las mejores historias de Shakespeare. El actor, director y ensayista irlandés Denis Rafter presenta «El mercader de Venecia» que se estrenará el próximo 17 de junio en el Teatro Infanta Isabel. Esta nueva versión ha sido traducida por Rafael Pérez Sierra directamente de una publicación interna de Oxford, no accesible al público. La obra, una producción de Darek Teatro, viene de la mano de la compañía de Fernando Conde, que da vida al Shylock, personaje principal, y la protagonizan con él Natalia Millán («Cabaret») y Juan Gea («Las Trece Rosas»).
Construcción perfecta
«Creo que es una obra con una construcción teatral perfecta», afirma el actor, que informa que se trata de una trama complicada en la que Shakespeare cuenta varias historias a la vez: el enigma de los cofres en la casa de Porcia en Belmonte; las circunstancias de Launcelot el bufón; el amor entre Yesica, la jovencita judía, y Lorenzo; y el odio profundo entre Shylock y Antonio.
La obra siempre ha sido presentada como una tragedia, puesto que muchas versiones finalizan en la escena del juicio, que muestra un final fatídico. Sin embargo, el director ha querido evitar que dominara el odio y para ello ha apostado por representar la obra completa con el objetivo de hacer salir al público con una sonrisa. «Tanto en otras representaciones como en la propia película de Al Pacino se cuenta la trama de forma muy reducida. Nosotros hemos respetado de forma íntegra la versión del mismo Shakespeare, por eso la obra dura unas dos horas y cuarenta y cinco minutos», añade Fernando Conde, que se siente orgulloso de cómo su «mercader» está causando expectación en muchas ciudades españolas. «En todos los teatros los espectadores nos han aplaudido de pie. Fue sorprendente ver en el Villa Marta de Jerez a todos hacerlo al compás flamenco», concluye Natalia Millán.
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