Valencia
«Sólo quiero volver con mi familia»
Franns Melgar Vargas / trabajador que perdió un brazo y al que su jefe abandon
La vida de Franns Melgar Vargas, un boliviano de 35 años sin permiso de residencia, cambió para siempre el pasado 28 de mayo después de sufrir un gravísimo accidente laboral –perdió un brazo– y ser abandonado por su jefe a más de 200 metros del hospital.
Esa noche, relata Franns «me fui a trabajar a la panificadora de Real de Gandía, Valencia, en la que estaba contratado desde hacía dos años. Comencé el turno con normalidad, hasta que se me cayó un papel en el interior de la máquina con la que estaba trabajando», recuerda.
Franns intentó recuperarlo, el carácter de su jefe le llevó a intentar sacar el papel y, justo cuando metió la mano dentro, la máquina le enganchó el brazo. Según cuenta él mismo a LA RAZÓN, «si no llego a estar alerta, la máquina me hubiera tragado entero, puesto que estaba a máxima potencia».
Sin ayuda de nadie y, pese a la gravedad de las heridas, Franns consiguió detener el aparato rotando sobre su miembro semiamputado, algo que pudo hacer que acabara de cortárselo, y finalmente pudo soltarse.
Un compañero de trabajo se acercó al escuchar los gritos. Cuando observó las lamentables condiciones en las que estaba el herido, llamó a su jefe. Éste tardó unos «interminables» minutos en llegar al lugar.
Al acceder a la panificadora y al ver las condiciones en las que estaba Franns, el hombre bromeó sobre que no era la primera mano que cortaba esa máquina. Después subió al joven a su coche y se marchó.
«Cuando estábamos a una distancia de 200 metros del hospital de Gandía, detuvo su automóvil y gritando me dijo: ¡baja, baja!. No me podía creer lo que pasaba, pero obedecí y él, acto seguido, se fue sin mirar atrás».
El joven boliviano logró, a duras penas, caminar la distancia que le separaba de la atención médica que tanto necesitaba. Una vez en Urgencias, los facultativos no podían creer la historia del chico. Al ver su estado llamaron a la Guardia Civil y notificaron el inusitado suceso.
Ante la pregunta de dónde estaba el miembro cercenado, Franns no pudo responder, pues no lo sabía. «Yo creía que mi brazo continuaba en la máquina, pero nada más lejos de la realidad».
Su jefe, al volver del hospital, cogió el brazo seccionado, lo metió en una bolsa de plástico y lo tiró a un contenedor de basura cercano a la panificadora. Tras ello, les dio órdenes a sus empleados de limpiar la máquina y volver a ponerla en marcha para hacer más pan.
No fue hasta el día siguiente, a las doce y media del mediodía, cuando unos agentes de la Guardia Civil acompañados por una inspectora de Trabajo encontraron el brazo en un contenedor. Era demasiado tarde, el tiempo transcurrido y la insalubridad del lugar donde fue arrojado hacía inviable una operación de reimplante.
Uno de los mejores médicos del mundo en este tipo de operaciones, Pedro Cavadas, visitó ayer al enfermo. «El doctor me dijo que estudiará mi caso, pero que por el momento no se puede plantear operarme porque perdí demasiada sangre durante el accidente y podría morir en un quirófano».
En cuanto a su estado de salud actual, Franns padece unos dolores muy fuertes, incluso con los calmantes sufre. Además, tiene lo que se denomina «síndrome del miembro dormido», es decir, que pese a que tiene el brazo amputado por encima del codo, él sigue notando los dedos y la mano. «Lo de los dedos me deja hecho polvo». Y es que todavía se tiene que hacer a la idea de que, aunque los note, no están.
Ni contrato ni papeles
El dueño de la empresa panificadora tiene a todos sus empleados sin contrato. De hecho, todos menos uno son inmigrantes ilegales. Hace unos meses, los trabajadores cobraban 900 euros al mes por una jornada de 12 horas.
Pero desde hace ya tiempo y con la excusa de la crisis y la caída de la demanda, les bajó la remuneración mensual a 700 euros. Eso les deja una media de 23 euros diarios de ganancia –por doce horas diarias– lo que significa que ganan sobre los 1,80 euros la hora trabajada.
La Federación Gremial de Panadería y Pastelería de la provincia de Valencia mostró ayer «estupor e indignación» ante el accidente. Su presidente, José Báguena, aseguró que el siniestro «no podría haber ocurrido nunca en una empresa de panadería tradicional», ya que en este tipo de empresas, «casi siempre de ámbito familiar, trabaja el empresario y su familia con los trabajadores asalariados formando un equipo».
Por otro lado, el conseller de Economía, Hacienda y Empleo, Gerardo Camps, declaró ayer que esas condiciones laborales «probablemente fueran una de las causas» que desencadenaron el accidente que sufrió el trabajador. Y que por ello, la empresa fue cerrada al día siguiente del suceso, y durante unos días, por la Inspección de Trabajo
La familia y su país
A raíz del accidente, Franns le pidió a su cuñado, Mario, que no le dijera nada a su madre, que vive en Bolivia. «Yo no quería que se enteraran porque mi abuela es muy mayor, tiene 96 años, está muy delicada de salud, y no quería preocuparla». Pero el hecho alcanzó tal magnitud que los medios de comunicación de su país natal se hicieron eco de la historia y su madre y, por ende su abuela, se acabaron enterando.
Ayer, la madre tomó un avión con destino Valencia para poder ver y acompañar a su hijo. La cara de Franns cuando hablaba de ella se transformaba. Según explicó, «tras el accidente no cobro nada y vivo de alquiler, así que mi mamá vuela a España con dinero de sus ahorros para hacer frente a los pagos».
Con respecto a qué va hacer cuando se recupere, el joven no lo duda: «Voy a volver a mi país». Y asegura «sólo quiero volver con mi familia». Está muy dolido por como fue tratado el día del accidente. Ahora sólo espera recuperarse e irse.
El cónsul de Bolivia, Mario Touchard, aseveró que espera que el dueño de la fábrica «se haga responsable de lo ocurrido y responda como lo tiene que hacer». También añadió «que la comunidad boliviana apoyará a Franns en todo lo que éste necesite».
Podría conseguir papeles
La secretaria de Estado de Inmigración y Emigración, María Consuelo Rumí Ibáñez, calificó ayer de «repugnante» el caso Franns Melgar. Señaló «no se puede volver a repetir», y agregó que «si los hechos finalmente se constatan, se tomarán las medidas oportunas» pero que, paralelamente, la Secretaría de Estado ya ha demandado un análisis al Observatorio de Racismo y Xenofobia para observar qué medidas «se pueden adoptar». Por otro lado, el sindicato CCOO anunció que solicitará a la Delegación del Gobierno en la Comunitat una autorización de residencia temporal por circunstancias excepcionales y razones humanitarias. Sería posible la petición de una autorización de residencia temporal y trabajo por circunstancias excepcionales por arraigo temporal, pues podrán obtener una autorización los extranjeros que acrediten la permanencia continuada en España durante un periodo mínimo de dos años.
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