Presidencia del Gobierno
Sólo tres días
Tres días, ni media semana, apenas setenta y dos horas en las que todo vuela y desaparece a la velocidad de la luz. Tres días con sus tres noches, invalidadas por el sueño para cualquier decisión. En tres días, es cierto, se puede decidir hasta destruir el mundo. En tres segundos también. Pero, por suerte, no suele ocurrir que a los dieciséis años se tengan que tomar decisiones irreparables. A esa edad los chicos no pueden fumar, beber, conducir ni votar, y casi todos sus actos de responsabilidad van amarrados, al menos legalmente, a los criterios de sus progenitores. Y parece lógico, porque es la edad de la duda, la misma en la que se tarda tres días en decidir la ropa que se ha de llevar a la fiesta de un compañero y tres días en arrepentirse de haberla llevado… o tres días en concluir cuál es el chico/a que más te gusta y otros tres en considerar exactamente lo contrario…Tres días son los que tendrá de reflexión cualquier mujer antes de decidirse a interrumpir su embarazo. Y también cualquier niña de dieciséis años que a veces estará sola, sin más compañía que la de un sobre frío y cerrado con información sobre la maternidad. «Así se garantiza que la decisión es libre pero informada». La ministra Aído dixit. Lo que no se puede certificar es que, tres días, tres años o tres siglos después, aquella chica de dieciséis años haya olvidado lo que apenas sucedió en tres segundos y cambió su vida para siempre.
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