Feria de Bilbao
Tendero la fuerza de la juventud
LAS VENTAS (MADRID).1ª de la Feria de la Comunidad. Toros de Puerto de San Lorenzo, mansotes y blandos; el 3º, bueno; 5º y 6º, sosos y nobles; el 4º fue sustituido por uno de Palla, flojo y manejable. Lleno.- Manuel Jesús «El Cid», de rosa y oro, media estocada, cuatro descabellos (silencio); estocada baja (pitos).- Sebastián Castella, de grana y oro, media estocada, descabello (palmas); estocada (silencio).- Miguel Tendero, de blanco y oro, estocada, descabello, aviso (vuelta al ruedo); estocada (palmas).
La corrida de Puerto de San Lorenzo, floja pero de las que dejan a los toreros montarse encima, como se dice vulgarmente. Excepto el toricantano Tendero, que a fuerza de voluntad, afición y ganas, logró darle pases al mansísimo primero. El echo de solventar semejante papeleta en el toro de su alternativa dice mucho a su favor.
Le faltan muchos conocimientos técnicos, que si es bien aconsejado y hace caso, podrá cuajarse en un buen torero. Por lo pronto, salvó bien la situación y ha quedado situado en buena línea de salida.
El Cid, al que parece que le ha fallado la racha de toros boyantes, se mostró sin ideas y, lo que es peor, sin conocimiento y variedad. Muchos pases; todos anodinos y sin personalidad.
Castella también abusó de excesivos muletazos en sus dos toros y adoleció de gracia y personalidad. Faenas mecánicas, excepto algún que otro detalle, que comenzaron interesando al personal y finalizaron haciéndole bostezar. Para interesar, el toreo necesita garra, alegría, emoción, torería al fin.
El diestro Miguel Tendero, con el toro de su alternativa, manso de solemnidad, tras una lidia premiosa, inició la faena en el tendido siete, pero el toro, al huir a chiqueros por su querencia, le indicó dónde debía realizarla. Allí dio varias series por ambos pitones, con mucho valor y ganas. Los muletazos no salieron limpios; sí emotivos. Faena enrazada propia del solemne momento.
Con el sexto, que aparte del valor que el chaval echó necesitaba que se cruzara y le dejara la muleta adelantada, amén de templarse a su embestida, utilizó toda su sapiencia y voluntad. Faltó transmisión a consecuencia de no cruzarse y pasar el toro demasiado apartado de su cuerpo. Muchos muletazos. Muchas ansias. Y poca efectividad final. El muchacho dio la talla.
Manuel Jesús «El Cid», con el blando y menguado segundo realizó una faena desganada con cites en línea y fuera de cacho. El toro era soso y el torero mucho más. Lo peor fue un farol apagado que rozó el ridículo. Labor anodina, sin clase ni gracia.
Se mostró indeciso con el 4º, al que había que templarle mucho y no darle tantos trallazos. Demasiada velocidad y situado siempre fuera de cacho. Faena adocenada sin apenas interés, ya que el torero no lo puso. Mal.
Castella inició la faena al buen tercero, con ayudados por alto en el centro del ruedo, ceñidos. Luego, cuando hubo de bajar la muleta, fue otra cosa. Derechazos sin temple aunque se mostró valiente. Más pases diestros, fuera de cacho y, por consiguiente, muy separado del toro. Los naturales, en la misma tónica, remataron una faena vulgar y anodina aunque voluntariosa.
En el quinto, faena de muchos muletazos, todos en línea y desangelados. Ni los derechazos, ni los naturales, tuvieron enjundia ni gracia. Demasiado vulgar y sin aportar nada a su labor, aburrida y monótona.
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