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Testosterona sin límite

La Razón
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Es enternecedor ver cómo mientras alguien legisla sobre determinados derechos civiles de gays y lesbianas –matrimonio, adopción...–, otros lo critican desde razonables principios morales, incluso teológicos. Es enternecedor porque mientras alguien, todavía, te cuenta un chiste de malísimo gusto, hay personas que creen que sólo ellos pueden administrar su propio cuerpo –más allá incluso del cambio de sexo, que podría ser la frontera– hasta límites más allá del orden político y quizá antropológico. Beatriz Preciado es filósofa, nació en Burgos en 1970, ha estudiado en diversas universidades norteamericanas y actualmente reside en París, donde participó en la puesta en escena de la teoría «queer» («raro» en inglés). Un día decidió administrarse testosterona, una hormona sintética que se emplea en el proceso de cambio de sexo de mujer a hombre. Quiso, además, hacerlo fuera del «protocolo estatal de cambio de sexo», dice. Defiende, claro está, el «copyleft»: aboga por el uso libre de las hormonas sexuales. Ella llevaba un diario de su experiencia, hasta que decide escribir un libro, pero no sobre la testosterona, sino «con» la testosterona. De ahí ha salido «Testo yonqui» (Espasa). Hay excesos conceptuales que emborronan el texto, pero su experiencia lo hace un libro recomendable por si alguién quiere saber qué es la «sexualidad transgénero», más allá del hombre y la mujer.