
Iglesia Católica
«Transmitir la fe a los hijos es algo de vida o muerte»

MADRID- Kiko Argüello, iniciador del Camino Neocatecumenal junto a Carmen Hernández y el padre Mario Pezzi, es uno de los promotores de la jornada festiva de hoy en Madrid. Argüello ha querido explicar a LA RAZÓN la importancia del encuentro y el papel de la familia en la sociedad de hoy.
–El Encuentro Mundial de las Familias celebrado en Valencia en 2006 llevaba el lema «La transmisión de la fe en la familia cristiana», y también el de hoy en Madrid. ¿La Iglesia insiste siempre en la importancia de la transmisión de la fe a los hijos?
– Cuando Dios liberó a su pueblo de la esclavitud de Egipto a través de Moisés, le dijo: «Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu mente y con todas tus fuerzas y al prójimo como a ti mismo. Esto se lo enseñarás a tus hijos cuando te acuestes y cuando te levantes, cuando te vayas de viaje...». Por eso en el pueblo hebreo pasar la fe a la siguiente generación es un mandamiento fundamental y principal. Esto no se ha alterado con el cristianismo, sino que transmitir la fe a los hijos es algo de vida o muerte para ellos, dado que van a vivir en medio de un ambiente que muchas veces es contrario al cristiano.
– ¿Cómo se puede llevar a cabo este deber fundamental de los padres?
–No sólo se debe rezar por las noches y todas las mañanas, se necesita una celebración doméstica en familia donde las dos generaciones se puedan encontrar y puedan hablar entre y ellos y puedan pasar la fe de los padres a los hijos. A través del diálogo, los padres, partiendo de su experiencia, hablan con los hijos, pero no sólo de la Palabra, sino de todo: de los problemas que tienen en la escuela, en la universidad, etc.
– ¿Cómo ayuda la Iglesia a los matrimonios que están en crisis, a punto de romperse, sin esperanza en la reconciliación?
–La Iglesia tiene que ser misericordiosa con todos, y de manera especial con aquellos que se separan de ella porque no tienen fe, la han perdido o se ha debilitado. El cuerpo humano necesita moverse, hacer gimnasia y caminar, si no se enferma. También el espíritu: si el hombre no reza, no tiene posibilidad de encontrarse con el Señor, la fe se debilita y se pierde. Por eso a los que no rezan o no van a misa habría que ayudarles a recuperar su fe. Para esto nosotros hemos abierto en las parroquias un camino de iniciación cristiana y redescubrimiento de la fe. Si vienen familias destruidas, o alguno que se ha separado no les echamos, todo lo contrario, tenemos misericordia con todos y les ayudamos. Si pueden, reconstruyen su matrimonio, y si no pueden por lo menos encontrarse con Jesucristo.
–Benedicto XVI se dirigirá desde Roma a las familias reunidas en Colón, lo que demuestra su apoyo absoluto a esta iniciativa…
– El Papa está muy contento de que se apoye a la familia. Siente en su corazón el amor infinito por la familia, que es la base fundamental de la sociedad. Juan Pablo II dijo en su día que «el futuro de la humanidad pasa por la familia» porque el futuro de la humanidad son los hijos. Cuando la familia se destruye, los jóvenes se quedan sin identidad, perdidos, con heridas muy profundas al ver a sus padres separados.
Además, el Papa Benedicto XVI ha tenido un detalle de amor grande hacia este encuentro y va a intervenir en directo. Esto demuestra con qué cariño ha acogido esta iniciativa de España, que le ha parecido maravillosa y que habría que llevar a otros lugares Europa.
En todas partes la gente sufre mucho y al final la sociedad está llena de gente sola. La gente que está sola, se ha separado, hay un nivel muy alto de suicidios y de alcoholismo. Están continuamente delante de la televisión… Están solos frente a su propia enfermedad o vejez y parece que la vida es un horror. Y nada más lejos de la verdad: la vida es algo maravilloso.
Y además, sabemos que Cristo ha vencido a la muerte y nos ha preparado el cielo, un lugar donde podemos vivir con Él eternamente.
De las Bellas Artes a la fe católica
Tras el éxito de la iniciativa del «Family Day» en Italia el pasado mes de junio, Kiko Argüello movió ficha para repetirlo hoy en España, en comunión con todos los movimientos y realidades eclesiales y todas las diócesis españolas. De familia burguesa y católica, Kiko Argüello estudió Bellas Artes en Madrid. Pronto cayó en el ateísmo. Ganó el Premio Nacional de Pintura, pero a pesar del éxito profesional, no era feliz. Su conversión le llevó a un cambio de vida radical: en 1964 comenzaba en Palomeras Altas, uno de los barrios más pobres de Madrid el Camino Neocatecumenal, uno de los carismas de la Iglesia católica más pujantes del momento. Sus Estatutos fueron aprobados en 2002 y hoy esta realidad eclesial está difundida en más de 105 naciones.
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