Houston

Un joven especialista en ficciones

Un joven especialista en ficciones
Un joven especialista en ficcioneslarazon

NUEVA YORK- El neoyorquino Ben Rhodes, de 31 años, ya lo tenía todo antes de trabajar para el presidente Barack Obama, según los parámetros con los que se mide el éxito en la Gran Manzana: vivía en la mejor ciudad del mundo y acababa de terminar su especialidad en «Escritura de ficción» en las más prestigiosa Universidad de Manhattan. Un mundo, en suma, el de West Village, volcado con el arte, la moda y la diversión intelectual. Trabajaba en una novela, «The Oasis of Love», cuya trama giraba en torno a una historia de amor y desamor, ambientada en una iglesia en Houston (Texas). Y tenía editor. Pero algo pasó, porque ahora su vida se escribe al revés que la de cualquier joven estadounidense con aspiraciones. Mientras todos sueñan con alcanzar el éxito en Nueva York y piensan que no hay vida más allá de los puentes de Manhattan, Rhodes optó por marcharse a Washington, considerada como una de las urbes más aburridas del país. Era el año 2002, y, así, pasó de la ciudad que nunca duerme a la de los políticos. Empezó a trabajar como ayudante del ex representante demócrata de Indiana Lee Hamilton, donde colaboró en la redacción del informe de la comisión del 11 de septiembre. Después, se dedicó a elaborar discursos para el ex gobernador de Virginia Mark Warner. En 2007, conoció al jefe de redactores de discursos de Obama, Jon Favreau, que actualmente sólo tiene 27 años y a quien se considera «el gurú» del nuevo lenguaje progresista. Al principio, fue voluntario. Meses después, se trasladó a Chicago para trabajar en la sede de la campaña del entonces senador de Illinois. Ahora vive otra vez en Washington. Lo último que ha escrito este joven de Manhattan ha sido sobre seguridad nacional, Afganistán y Pakistán. Durante la campaña del presidente redactaba los discursos en las cafeterías Starbucks, que es donde van los neoyorquinos cuando echan de menos la ciudad. Además, se distraía con algunos videojuegos en sus ratos libres. Es el único del equipo de redactores que acompaña a Obama en sus viajes fuera de Estados Unidos. Siempre repasan juntos los discursos. Obama suele empezar sus críticas con la frase «está bien escrito, pero...». Es entonces cuando comienzan las correccciones, pues aunque el presidente confía mucho en él, siempre da su toque personal.