Club de Campo
Un poblado de más de diez años
MADRID- Llevan más de diez años en el lugar. Los habitantes del poblado chabolista de Las Mimbreras reclaman, lo que piden todos aquellos que llevan un tiempo razonable viviendo en casas ilegales, que les den otra.
Los habitantes son, en su inmensa mayoría, de etnia gitana y muchos se dedican a la venta ambulante o a la chatarra. Llegaron procedentes de otros asentamientos en 1995. En concreto, los primeros provenían de poblados chabolistas de Carabanchel, pero pronto comenzaron a multiplicarse.
Fue el propio Ayuntamiento de Madrid, del PP en ese momento, y el Gobierno regional, socialista esa legislatura, los encargados de trasladar a los afectados y propiciar que se instalaran en cuarenta casas prefabricadas. Tres años más tarde, el Consistorio volvió a realojar en ese terreno a otros chabolistas y construyó setenta casas bajas. Los nuevos inquilinos eran familias procedente del Cerro de La Mica, situado también en el distrito de Latina.
Cuatro años más tarde de este realojo masivo, los trabajadores sociales de la Comunidad de Madrid que realizaban un seguimiento a los habitantes de Las Mimbreras abandonaron el poblado por problemas con los vecinos.
El Defensor del Pueblo pidió al poco tiempo que se desmantelase el poblado al carecer «de los servicios imprescindibles y estar situado a varios kilómetros de distancia del núcleo de población más cercano».
Hoy estos nómadas suman alrededor de medio millar y muchos de ellos están empadronados en Madrid. Una circunstancia que les impide entender por qué les quieren echar de allí. Muchos tienen a niños pequeños a su cargo y se preguntan dónde dormirán si le toca el turno de la excavadora a su casa un día de estos.
Alberto Ruiz-Gallardón se ha tomado muy en serio este problema. Tanto, que desde que comenzase el verano pasado desalojando varias viviendas de Las Barranquillas su empeño en acabar con los distintos asentamientos de la capital no han cesado.
De hecho, el alcalde de la capital aseguró hace un tiempo que su actual mandato municipal sería el del «fin del chabolismo en Madrid» y garantizó que, al término de «esta legislatura», habrían desaparecido todos los núcleos chabolistas que existían cuando se inició «y las familias serían realojadas».
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