México
Una cuestión de honor
Fue un empeño mío nada más llegar al Ministerio de Cultura combatir legalmente y batir publicitariamente el robo llevado a cabo por la empresa Odyssey de un pecio español bajo engaños y subterfugios. El asunto estaba enmarañado y parado y no existía una decisión clara sobre lo que hacer. Sin tiempo que perder, nos pusimos a ello. Me dediqué en los Consejos de Cultura de la Comunidad Europea, así como en los de los países iberoamericanos, a explicar las razones de esta batalla legal para advertirles de que eso mismo que nos había sucedido a nosotros podía pasarles a ellos. Así fue como a raíz de estas intervenciones, países como Portugal, México, Argentina y Perú rechazaron incursiones de estas compañías piratas. La de hoy es una gran noticia, no sólo para el patrimonio arqueológico subacuático español, sino también para el internacional, que debe estar protegido por los Estados y han de ser ellos quienes lo defiendan y establezcan las normas y requisitos para sus excavaciones, custodia, exposición e investigación. De ahí que le planteáramos al Ministerio de Defensa la necesidad de crear en la Marina de Guerra española un destacamento dedicado a estas investigaciones, así como la necesidad de trazar un mapa cartográfico de la Península para localizar pecios sumergidos. No se podía permitir por el honor de España y de su historia que empresas privadas con ánimo de lucro llegaran a nuestras costas para destruir ese patrimonio. Tampa nos ha dado la razón.
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