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Zapatero ha sido justo

La Razón
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Una vez que los populares y socialistas del País Vasco han sellado un pacto sin precedentes que permitirá desalojar de Ajuria Enea al régimen nacionalista, es hora de hacer justicia. En primer lugar, a los que han sido asesinados por haberse atrevido a soñar un día como éste. Ahora ya se sabe con certeza que su sangre no fue derramada en vano y que sobre ella se abre un tiempo nuevo para los vascos. Hace treinta años, subieron al poder los que combatieron contra la dictadura franquista. Hoy les sustituyen los que han luchado contra la dictadura de ETA y el apartheid nacionalista. El País Vasco era el último reducto de España que aún no había culminado la Transición, como una anomalía preconstitucional y fosilizada. Ya no: el día cercano en que Arantza Quiroga, una joven nacida en 1973, tome posesión como presidenta del Parlamento vasco, se habrá cerrado un capítulo que ha sido demasiado largo y ha causado demasiados sufrimientos. También es de justicia reconocer el sentido de Estado y la honradez con la que ha actuado José Luis Rodríguez Zapatero, así, con nombres y apellidos. A pesar de que el desalojo del PNV del poder le ha complicado la vida parlamentaria y puede que acorte sus días de Gobierno, el líder socialista ha antepuesto la regeneración política, social y moral del País Vasco a su propia tranquilidad. Tal vez, incluso, por encima de lo que le pedía el cuerpo, que era mantener el cordón sanitario de la anterior Legislatura en torno a Rajoy. No eran pocos los españoles escarmentados que desconfiaban de que Zapatero diera luz verde a Patxi López para pactar con el PP. Pero lo ha hecho y un juicio ecuánime exige que así se le reconozca. De las muchas cosas envidiables que posee el País Vasco hay una que está por encima de todas y que es un ejemplo para el resto de los españoles: ese puñado de políticos, del PP y del PSOE, que desde hace treinta años se juegan la vida a diario por sus ideales democráticos y sus ansias de libertad. A todos ellos, reconocimiento y honor.